Con un contenido alcohólico de entre el 40 y el 62% del volumen, el whisky es considerado un elixir por sus propiedades reconfortantes casi mágicas, y por su sabor y sus aromas puros y especiales.
Un single malt es destilado por un único productor en un único lugar, mientras que el blend se elabora mezclando destilados de varios productores. Además, los blends son típicamente una mezcla de malta y granos como trigo o maíz, mientras que el single malt es únicamente elaborado con malta.
El blend fue originalmente introducido a principios de 1800 para elaborar un producto más consistente en el mercado, además de que al utilizar granos, también permitía que el producto fuera más eficiente en cuestión de costos.
Los single malt normalmente son añejados y al poner en una botella los años de guarda por ley no puede contener producto más joven. Por lo mismo, un single malt 10 años, podría tener una mezcla de 10, 12 y hasta más años, ya que al agregar whisky más viejo, le añade carácter y sofisticación al producto.
Es común pensar que el single malt es de mayor calidad que el blend. Sin embargo esto es erróneo, ya que elaborar una mezcla perfecta para el blend es todo un arte. El blend permite jugar con los sabores del producto final y compensar deficiencias de un whisky para obtener un sabor redondo. Por lo mismo, cuando hablamos de single malt, dependerá del productor la calidad que se obtenga.
El whisky de malta y el whisky blend comparten el mercado escocés para llevar al paladar de sus consumidores la más deliciosa tradición, el whisky escocés es uno de sus productos de exportación más famosos en el mundo entero con más de mil botellas al año.
Mientras algunas personas famosas afirman consumir únicamente whisky de malta otras lo hacen a favor del whisky blend o de grano maduro, los defensores del single malt añaden que el proceso de elaboración es ejecutado a mano y arroja esas espectaculares notas de vainilla al ser madurado en barril.
Pero el whisky de grano maduro también posee una gama de aromas y excelente sabor, por lo que es importante probarlo antes de afirmar algo a favor de uno de los dos favoritos que son se encuentran al mismo nivel de calidad, ya que cualquier whisky escocés es destilado dos veces en su producción.
El Whisky de malta es hecho únicamente con cebada malteada, luego es destilado en alambiques y envejecido entre 8 y 15 años antes de embotellarse.
El whisky de grano es hecho con cebada sin maltear maíz y cereales variados y es destilado de forma continua.
El Whisky blended es la mezcla del whisky de grano y de malta, su costo es menor pero su calidad es excelente.
Los whiskies de Islay en Escocia
El término whisky deriva del gaélico escocés «uisge beatha» y del gaélico irlandés «uisce beathadh», que significan “agua de vida”.
La Isla de Islay en Escocia, es la más sureña de las Western Isles (Las Islas del Oeste), y está situada por el este de Kintyre. Es verde, plana y formada principalmente de turba – el agua de la isla es marrón por su causa. Las tormentas del Invierno llevan espuma marina al interior, que saturan la turba y que a su vez es secada de nuevo por el viento del mar. Todas estas características entran en los whiskies de Islay en un mayor o menor grado.
Hay ocho destilerías en la isla, todas en la costa y todas golpeado por el viento-salado del mar. Sus productos son unos de los whiskies con los sabores más fuertes de todos, una propiedad que agrada a algunos y repugna a otros.
Las destilerías del sur de la isla – Ardbeg, Laphroaig, Lagavulin, Port Ellen (cerró en 1.983)- son las más poderosas, producen whiskies de cuerpo mediano, saturados con humo de turba, y iodo. No usan solamente malta muy turbosa (50 partes por millón en Ardbeg, 40 partes por millón en Laphroaig), también usan pozos del agua marrón en cada etapa de su producción. Ardbeg hasta cuando cerró en los 1.980, tenía su propio suelo de malteado y usaba la misma agua para saturar la cebada. Los whiskies muy turbosos se describen como ‘medicinales’ por su aroma de iodo.
Las destilerías del norte – Bruichladdich y Bunnahabhain son en contraste, más suaves. Éstas sacan su agua directamente de una fuente, antes de tener contacto con la turba, y no usan turba en secar su cebada. Los whiskies resultantes son de sabor ligero, ‘musgoso’ (como el musgo) más que turboso, con algo de alga, algo de nueces, pero todavía el final seco.
La destilería de Bowmore, en el centro de la isla, está entre dos extremos: una malta turbosa pero no ‘medicinal’, un poco acaramelizada con algunas esencias florales, y restos de aceite de linaza. Caol Ila, aunque está cerca de Bunnahabhain, produce una malta delicada, ‘verde’, con algo de turba, iodo y sal, balanceada por notas florales y con un final picante.
Los whiskies de Islay generalmente son todo lo contrario a los de La ribera del Spey, tendiendo a ser secos y con humo de turba, detrás del humo, sin embargo, pueden tener esencias ligeramente ‘musgosas’, y algo de especias. Las destilerías del sur producen unas maltas poderosamente fenólicas, con aromas a alquitrán, humo, iodo, y jabón carbólico. Bowmore, en el centro de la isla, comparte estas características pero no es tan fuerte, igual que Caol Ila. Bruichladdich y Bunnahabhain son más ligeros y huelen mucho menos a humo. Todos los maltas de Islay tienen un final seco, los del sur bastante más.
Como verás, elegir el whisky que más te gusta es una decisión muy personal. Así como no podemos decir que un vino varietal es mejor que un blend o viceversa, lo mismo pasa con el whisky. Es cuestión de gustos. El leer en la etiqueta no garantiza nada. Lo importante es estar dispuesto a experimentar tanto con los blend como con los single malt.