Se conocieron en la facultad y en una maestría en Europa se hicieron amigos y socios. Francisco Fraguas y Conrado Gibbs son ingenieros agrónomos y los creadores de un proyecto que busca romper los esquemas. Se trata de su vino de autor Entrometido, el cual elaboran con sus propias manos, sin grandes estructuras y con mucha pasión.
Ambos viajaron por increíbles regiones vitivinícolas y conocieron bodegas, viñedos y diferentes estilos de vinos. Fue entonces que decidieron adoptar lo mejor de cada lugar y crear el mejor vino del mundo en su propia tierra: Mendoza. «Queríamos mostrar lo que habíamos descubierto y demostrar que para hacer un gran vino, que te emocione, debe tener alma, y así es Entrometido».
Este es un vino innovador de estilo no tradicional, se disfruta en su estado más puro dado que tiene una mínima intervención y que en su producción se prioriza la naturaleza y los viñedos. Fran y Conrado son los que hacen cada etapa y admiten que su producto exclusivo está basado en tres pilares fundamentales:
*Es un vino rico «con uvas de calidad y para disfrutar».
*Es diferente y con carácter «porque lo hacemos de forma más sensitiva, sin recetas ni tecnologías, utilizamos levaduras nativas, usamos muchas veces el racimo completo y hacemos maceraciones diferentes».
*Es un vino de autor, «estamos involucrados al 100%, estamos en cada paso y le imprimimos nuestra huella».
Malbec y Cabernet Franc son los dos varietales que forman la primera partida de este vino boutique. Y como los amigos son unos apasionados de los viñedos, eligieron dos diferentes. En mayor proporción utilizaron uva de La Consulta manejada de forma orgánica y cosechada manualmente y, «a modo de prueba», involucraron un espaldero bajo de Medrano, de la familia Fraguas, que tiene más de 70 años.
«Nuestra idea es mostrar que el vino es una unión entre el lugar del cual proviene la uva y la persona que lo hace. Creemos que somos unos entrometidos porque queremos estar entre los alta gama pero con una elaboración que rompe todos los esquemas», precisan sobre su bebida prensada de forma manual, que nunca pasó por bombas, que se moldeó por la fuerza de gravedad y que en botella no se filtra ni clarifica. «El cuento es que no haya cuento».
Tiene una elegancia natural, es una obra de arte tanto por su líquido como por su etiqueta. Cada cosecha es una colección limitada y por ello, los vignerons decidieron ponerle a cada una un elemento gráfico significante. La colección 2019 lleva una brújula que marca el rumbo de Entrometido.
La etiqueta tiene impacto visual con un estilo clásico, más una intervención artística que le imprime el diferencial. «Tiene intervención de trazado manual, para seguir el espíritu del vino, y nosotros mismos ponemos el lacre sobre el corcho y pegamos las etiquetas a mano», revelan Fran y Conrado.
Fotos: Hiram Di Lorenzo