Con solo 24 años, Paloma Sánchez ya vistió a Yami Safdie para la semana de los Latin Grammy, trabajó con Camilo para el video de «Querida Yo» con Yami, Clari Ceschin, Batos, Mi Amigo Invencible, Gauchito Club, Aluhé. También fue parte de campanas para marcas como Lacoste, Hotel Sheraton y Carolina Herrera. Hoy está radicada en Miami pero se vino unos meses a su querida Mendoza y nosotros dimos con ella. Palo mira su recorrido con mezcla de vértigo, introspección y deseo de seguir creando. La impulsa una energía arrolladora, pero también una curiosidad profunda: “Soy persona antes que todo”, dice. Y esa frase es el hilo que atraviesa lo que hace.

Nacida en Mendoza, Paloma creció en una familia atravesada por lo creativo: su madre era muy creativa, su padre más pragmático, su abuela tenía un taller de costura. Probó con el piano, pero rápidamente se dio cuenta de que ese no era su camino. El diseño de indumentaria sí lo fue. Estudió en la Universidad de Mendoza y fue el Semillero del MFW lo que le abrió los ojos a una industria real: “Ahí descubrí un mundo que no ves en la facu. Empezás a tener problemas reales, a trabajar con otras escalas. Te cambia la cabeza”. De todas las materias, la que más le marcó fue Historia del Arte. “Te da sensibilidad, composición, contexto. Para mí es la base”.
Mientras tanto, empezó a trabajar con artistas y la industria musical la atrapó por completo. “Me flasheó mucho más que la moda”, cuenta. Le siguieron cursos de estilismo y producción, y una inmersión total en la creación de imagen: desde vestuarios con concepto hasta resolver looks sin presupuesto. En paralelo, también dejó su marca en Mendoza como vestuarista de campañas visuales que combinaron moda y paisaje: trabajó para bodegas como Norton, Salentein, Nieto Senetiner y Terrazas de los Andes. “Había algo escénico en ese cruce entre vestuario y entorno que me encantaba”, recuerda. Pero su deseo de moverse fue más fuerte. “Soy más libre que apegada. No me costó irme. Sentía que tenía que probarme en otro lugar, vivir la experiencia. No había un gran plan”.
Así llegó a Miami, sin demasiadas expectativas creativas, más bien buscando independencia y ritmo. Pero la ciudad, con sus contrastes y su vértigo, le abrió un nuevo panorama. “Fui detrás del trabajo, pero me encontré con una ciudad llena de contactos y oportunidades inesperadas”. No todo fue lineal: en un momento estaba limpiando casas, sintiendo que lo creativo se le escurría entre los dedos. Hasta que algo hizo clic.
Un día vio que Yami Safdie estaba en Miami y decidió escribirle a su manager. “Le mandé un mail sin conocerla, y me respondió. Me pidió que la vistiera para un evento y fue así como termine trabajando con ella toda la semana. Era una previa de los Latin Grammy. Estaba todo el mundo: managers de la industria musical, influencers, modelos de grandes marcas de moda, personajes como Catriel y Paco Amoroso. Fue un salto”. Desde entonces, las puertas no dejaron de abrirse: nuevos videoclips, viajes, la posibilidad de pensar en dirección de vestuario como un todo. “Me interesa ir más allá del styling. Quiero diseñar, hacer una propuesta de vestuario que tenga sentido, que conecte. No solo elegir ropa, sino contar algo con ella”.
Entre Miami y Mendoza, el deseo de crear
En el medio, Miami la transformó. Le enseñó a estar sola, a escucharse, a ponerle palabras a lo que traía desde Mendoza. “Empecé a trabajar qué fibras me tocaban desde mi historia. A valorar mis raíces, a entender qué quiero contar”. Ese impulso personal convive con la ambición profesional: trabajó con managers de Emilia y conectó con el entorno de Camilo y hasta se reunió con la estilista de Messi. Hoy, su objetivo es claro: seguir creciendo afuera, pero también crear desde su lugar de origen. “Siento que Mendoza necesita más sazón. Tengo ganas de proponer algo, de activar. La escena está, pero falta energía”.
Paloma es obsesiva con los detalles. Le gusta reunirse antes de cada producción, entender quién es la persona que va a vestir, qué historia quiere contar, cómo se siente. “Indago mucho. Desde sus gustos hasta sus miedos. Para mí es muy importante el trabajo en equipo, que todos sepamos para quién estamos trabajando”.
No idealiza la moda, pero le tiene respeto. Dice que en Estados Unidos el fast fashion es inevitable, pero que se puede reciclar, reutilizar y resolver con criterio. También le interesa el universo infantil. “Me re veo haciendo la dirección creativa en campanas para niños. Tiene algo lúdico que me encanta”. Por ahora, su agenda incluye nuevos proyectos, propuestas que está por enviar, y un viaje a Colombia para la Semana de la Moda. Se quedará algunos meses en Mendoza. Después, tal vez Europa. Aunque Miami siempre está en su mira.
Cuando se define, no lo hace con un cargo. “Soy muy curiosa. Me fascina hablar con gente grande, escuchar historias. Mis vínculos más cercanos me inspiran todo el tiempo. Me dejaron ser, y creo que eso me hizo libre”.
Inmersos en una época donde todos parecen correr para llegar a algún lugar, Paloma camina con sus tiempos, su deseo y sus ganas de dejar huella. Desde el vestuario, pero también desde la vida.