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El arte de la solitud: La belleza de estar solos sin sentirnos solos

La soledad tiene un lado B y busca que disfrutemos de nuestra propia compañía. Habitar nuestra propia compañía puede ser incómodo pero también transformador. Acá, algunas ideas para comenzar a practicar el arte de la solitud.

Estar solos no es lo mismo que sentirnos solos.

Muchas veces creemos que el antídoto a la soledad es estar siempre rodeados de personas. No nos permitimos habitar la soledad porque la asociamos con la angustia o la desesperanza. La realidad es que podemos estar rodeados de personas y, aun así, sentirnos solos. Como también podemos estar solos y no sentirnos solos.

En esta nota te mostramos el lado B de la soledad y por qué es tan necesario que lo conozcas.

¿Qué es la solitud?

Es la sensación de sentirnos a gusto con nosotros mismos, en soledad. Es el arte de aprender a estar solos e incluso disfrutarlo. Tenemos que aprender a estar solos, a poder habitar momentos de soledad. Así como necesitamos de la conexión con los demás, necesitamos de la conexión con nosotros mismos. Al fin y al cabo, vamos a ser nuestros compañeros durante toda la vida.

La solitud es una gran herramienta, no solo para conectar con nosotros mismos y lo que sentimos, sino también para aprender a atravesar esos momentos de soledad que la vida nos pone enfrente y para los que, muchas veces, no nos queda otra opción que ser nuestra propia compañía.

Desde tomar un café, leer un libro o ir al cine: la solitud puede mutar. Eso sí: sea de la forma que sea, dominarla lleva tiempo y, sobre todo, práctica. Si esto resuena con vos, te dejamos dos ideas para empezar a practicar la solitud con propuestas de nuestra agenda mendocina.

Convertite en tu mejor invitado

¿Cuántas veces, si tenías que cocinar para otros, te esmeraste y lo diste todo? Ahora, cuando tenés que comer solo, capaz que ni la mesa ponés.

Acá la idea es que puedas agasajarte como lo harías con un amigo. Si lo tuyo es un mood más relajado, podés prepararte tu propia cena gourmet. Tomate el tiempo para comprar y preparar lo que necesites: poner música, dejar lista la mesa y (por qué no) descorchar un vinito. 

Si sos de los que prefieren lo dulce, no pasa nada: pedí o  cociná tu postre favorito. Sí, aunque lo vaya a comer una sola persona, no importa.

El objetivo principal (más allá de lo que elijas) es que te tomes el tiempo de estar con vos mismo, haciendo por vos lo que harías por alguien que querés mucho.

Animate a ir a ese lugar al que no irías si no es con alguien más

Te encanta el cine, el teatro, los recitales, pero si no es con tu amiga de toda la vida o con alguien que te segundee… te lo perdés.

Acá no se juzga. Sabemos que, al principio, puede sentirse raro hacer en soledad algo que culturalmente está pensado para compartir. Pero una vez que te animás a cruzar ese umbral, descubrís algo nuevo. Es una promesa.

  • Ir al teatro o al cine y sumergirte en la historia, en los personajes, perderte en el tiempo y en la trama.
  • Ver en vivo a esa banda que te gusta un montón, cantar a puro pulmón las canciones, conectar con la música y prestarle atención a cada uno de los instrumentos. 
  • Visitar la muestra de ese artista que viste en Instagram y te gustaría descubrir en persona.

En definitiva, sabemos que no es nada fácil

Poner en práctica la solitud muchas veces es incómodo, hasta llega a dar vergüenza. Muchos de nosotros tenemos tan asociada la idea de que estar solos es sinónimo de “fracaso” o que es “raro”, que cuando intentamos llevarlo a la práctica, una vocecita interna nos dice: “mejor no”.

Pero que sea incómodo o difícil no quiere decir que no valga la pena, que no sea necesario. Lograr estar solos sin sentirnos solos nos libera. Nos abre un mundo de posibilidades. Desde viajar, emprender, empezar algo nuevo, hasta no hacer nada en absoluto y estar a gusto con eso.

Ojalá que después de leer esta nota, te animes (si todavía no lo hiciste) a poner en práctica la solitud. 

¿Quién te dice? Quizás, después de hacerlo, te des cuenta de que la soledad no solo no es tan mala sino que puede convertirse en esa llave que te ayude a abrir una de las puertas más importante de todas: la de aprender a disfrutar de tu propia compañía. 

 

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