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Egar Murillo: «No puedo vivir sin estar expresándome»

El artista visual recientemente premiado por su trayectoria nos regaló una hermosa conversación. Sin prisa en el reloj, nos abrió las puertas de su vida y de su historia con el arte.

La distinción a Egar Murillo con el Premio Nacional a la Trayectoria Artística del Salón Nacional de Artes Visuales 2023 nos llevó a una charla exclusiva con el artista y con el hombre que no concibe su vida sin poder expresarse, sin ver a sus padres a diario ni sin componer música con sus hermanos.

Nació en Jujuy y con apenas un año se mudó a Mendoza; un grave problema de salud, el médico que lo atendió y el destino hicieron que sus padres decidieran instalarse en nuestra provincia y que Egar hoy sea un mendocino de pura cepa.

Desde chiquito paseaba por el centro y los cuadros expuestos en una reconocida compañía financiera de la Avenida San Martín captaron completamente su atención. Él dibujaba y su papá juntó dinero para regalarle un libro de Salvador Dalí. Fue ahí que se dio cuenta que el arte era lo suyo, que era su medio de expresión.

Nunca paró de dibujar, de pintar, de componer canciones, de sacar fotos… Egar no concibe su vida sin poder comunicarse. «Desde los 90 que me dedico solo a crear nuevas obras, no me imagino haciendo otra cosa. Siempre estoy y estaré trabajando, soy un trabajador de la cultura».

En medio de la preparación de una gran muestra que montará en el ECA en diciembre, Murillo nos regaló su valioso tiempo para conversar de toda su vida y de su alegría por recibir la mención que le permitirá que su obra «El misterio del capitalismo» pase al patrimonio y a la colección del Museo de Bellas Artes. Se trata de una pintura realizada en una caja grande de paragolpe de auto en la que se ve a «una familia rezando a un augero, como si fuera un sol negro».

Egar Murillo y un premio a la resistencia

Primero Carlos Alonso y ahora Egar, los dos maestros mendocinos que ingresaron al Salón Nacional y recibieron el reconocimiento por contribuir de modo decisivo al arte argentino a través de su labor sostenida, aquella que construye la cultura visual de un país.

«He mandado mi trabajo a este salón desde que tengo memoria, siempre con el deseo de ganar los primeros puestos y esta vez, la cuarta, me atreví de nuevo y resultó», revela el artista visual que en septiembre se presentará en el acto oficial que el Ministerio de Cultura realizará en el Palais de Glace, el Palacio Nacional de las Artes.

«Éste es un oficio impredecible», comparte al contar que ahora tendrá previsibilidad económica ya que otorgará una pensión de por vida. «Yo me he dedicado solo a pintar, a mostrar y a hacer exposiciones… uno vive de lo que vende y de los alumnos particulares».

Con su tono calmo confía que, para él, han premiado la idea que tiene del arte, «ha sido un premio a la persistencia, a la insistencia, a la resistencia y sobre todo al trabajo». 

¿Cuál es esa idea del arte?

Siempre he tratado de que en mis obras haya una reflexión de lo que pasa en el mundo, acerca de la sociedad; trato de ser crítico porque considero que el arte es el último reducto de la conciencia humana, del criterio que puede tener una persona. 

Para transmitir ese mensaje se ha valido de diferentes herramientas y técnicas; se describe como un artista «muy heterogéneo» ya que en su portfolio hay mucha pintura, dibujo, grabado, objetos y fotografía. 

«Me gusta más la variedad que algo específico», dice y eso se nota en sus exposiciones en las que mezcla formatos. «Si, es una tendencia actual que están haciendo los artistas jóvenes. Hoy, con todas las herramientas que hay a disposición, nos dedicamos a hacer todo y van apareciendo nuevos géneros.

¿Cómo es para usted el cruzarse y compartir con generaciones más jóvenes? 

Para mí, lo importante es estar siempre abierto de mentalidad y de espíritu; recibir las nuevas oleadas que vienen con los artistas. La percepción que yo tenía cuando empecé, allá por el ´86, ha cambiado muchísimo. Hoy se maneja muchísimo la tecnología que antes no existía. 

¿Y pudo sumarla a su trabajo? 

Muy poco, la uso más bien para la comunicación pero reconozco que es una gran herramienta. Yo soy más analógico, prefiero seguir manteniendo la vitalidad de la mano y del cerebro porque las tecnologías siempre son más deshumanizantes. 

Además ha usado materiales como tapitas de botellas y cartones…

A mi me gusta la innovación por eso en el 2003 emulé lo que hacían los cartoneros y me fui a la calle junto a mi pareja (la fotógrafa Sabrina Kadiajh) a juntar elementos que la sociedad consumista tira. Los cartones y las tapitas fueron los soportes más convenientes y empezamos a jugar. Lo primero que hicimos fue un retrato grandísimo del Che Guevara, durante meses y en el piso. 

Egar Murillo, siempre trabajando, leyendo y escuchando rock

El artista visual realiza un trabajo «casi de forma artesanal» donde la mano lo guía pero también lo hace la literatura, el cine y el estudio de grandes maestros o como él los llama «artistas espirituales»: Marcel Duchamp, Pablo Picasso, Diego Velázquez, Antonio Berni y Lucio Fontana. «Siempre me acompañan cuando quiero realizar una obra».

«Las ideas surgen porque siempre estoy trabajando. Una cosa me dispara a otra y la empiezo. La idea envejece rápido entonces si uno no la lleva a cabo, muere. Así es que tengo tres habitaciones de la casa de mis padres llenas de cuadros». 

Él lee mucho, ve películas, consulta en la historia del arte y escucha música, sobre todo el rock que ha sido «una gran herramienta». De hecho, Egar y sus hermanos fundaron la emblemática banda de punk rock cuyano Kinder Videla Mengele, el primer grupo del interior del país en este género.

«Yo hago las gráficas y los textos junto a Mito Murillo. Hacemos música que critica mucho el sistema, en ese entonces (1985) no nos quedaba otra, vivíamos en una villa de emergencia en Guaymallén, en donde nació el Nuevo Cancionero Cuyano». 

Jujuy – Mendoza, el viaje que le cambió la vida a Egar Murillo 

La pregunta sobre qué lo había conquistado de nuestra provincia como para instalarse aquí nos hizo descubrir su increíble historia de vida y la de sus padres, quienes escaparon de su Bolivia natal para poder estar juntos y amarse libremente. Y claro, la consulta quedó sinsentido.  

«No permitían su unión así que escaparon de Potosí a los 20 años y llegaron a Jujuy, donde yo nací aunque solo estuvimos un año porque me enfermé muy grave. Pude recuperarme ‘milagrosamente’ y el doctor les dijo que el clima de Mendoza me ayudaría». Y así fue, se instalaron acá y luego llegaron sus 6 hermanos. 

Pero… ¿qué tuvo?

Mi madre vendía mercadería en un pueblo semi rural, me llevaba en la espalda, y en un momento, ve a lo lejos una montaña que brillaba, sintió curiosidad y se acercó. Resulta que eran un caballo agusanado que brillaba con el sol y, con un palo, lo escarbó. En ese momento, dicen, que yo aspiré ‘el espíritu malo’ y estuve al borde de la muerte, me enfermé de ‘aicadura’». (N deR: del quechua ayka que describe un padecimiento en los niños cuando tienen un cambio en su vida. Idea de la penetración de un cuerpo extraño al organismo). 

Egar estuvo muchos meses entre la vida y la muerte y su familia esperaba un triste final. Las creencias y los rituales que una curandera le recomendaba a su mamá ‘funcionaron’. «Un día mi papá me fue a ver y yo estaba sentado en la cama, pidiendo pan, como que reviví».

¿Ha podido reflejar esta historia en su obra?

Si, yo pinté unos cuadros al respecto cuando empecé la facultad pero después tapé la obra, era caro hacer cuadros así que pintaba sobre el mismo material. La tengo escrita y ese espíritu que hubo en aquel momento se va reflejando en mi trabajo con temática social. 

El descubrimiento de ser un artista 

A los 12 años, «de caradura nomás», Egar Murillo dibujaba, pintaba y escribía poemas, «no sabía nada de eso pero lo hacía. Me gustaba ver en Montemar los cuadros que exponían. Mi padre me veía dibujar sobre un cartón chapadur y un día me regaló un catálogo de Dalí. Quedé impactado y dije que quería ser pintor. Ahí empezó la historia».

«El arte surge de forma natural, necesito expresarme todo el tiempo. Solo he estado un año sin pintar y no puedo vivir sin estar expresándome. Una sociedad no puede existir sin que la gente se exprese». 

Este es Egar Murillo, un artista visual que encuentra arte en todos lados y que hace arte con todo y de todas las situaciones. Es un hombre expresivo que disfruta de caminar por la calle para quedarse con imágenes inspiradoras. 

Como reflexión última, y en el marco de su reciente distinción por su trayectoria, él comparte: «Los reconocimientos vienen cuando un artista -que crece y se hace- es descubierto por pares. Ellos son los que descubren al artista. Siempre es un artista quien descubre a otro».

Para ver algunos de los trabajos de Murillo, se puede ingresar a su cuenta de Instagram @egarmurillo.

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