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Discos que giran y suenan: el mapa vivo del vinilo en Mendoza

En el Día del Vinilo, hacemos un recorrido por las distintas formas en que Mendoza lo mantiene vivo: clubes de escucha, ferias, disquerías, sets, bares con música en acetato y Djs con colecciones legendarias. Un mapa que une generaciones a través de un formato que nunca dejó de girar.

En un mundo donde la música se consume haciendo click en el “play” y “skip”, hay un formato que se resiste a perder su lugar: el vinilo. No es solo nostalgia, es un ritual que mezcla pausa, comunidad y el encanto tangible de la música hecha objeto de arte. En Mendoza, la pasión gira en distintos tocadiscos: en cafeterías y bares, en ferias y disquerías, en sets nada improvisados y colecciones que invitan a soñar.

Uno por uno, los proyectos y personas que hoy ponen al vinilo en el centro de la escena mendocina: algunos lo hacen desde la cabina, otros desde la barra, en una tienda o en la feria, pero todos comparten la misma púa, la que hace contar historias mientras un disco negro gira y gira. Este recorrido es un mapa abierto: una guía para escuchar, descubrir y sentir cómo vibra Mendoza cuando la música suena en acetato.

El corazón a 33 RPM: historias y pasiones unidas por el vinilo

Luciano Barbier, de Mijito Café (Parador Vitta, frente a Palmares), se acercó al vinilo buscando “volver a conectar con lo básico, lo esencial”; con 23 años encontró una colección de CD´s de su papá y su curiosidad lo llevó a buscar otros formatos más antiguos. Esa búsqueda personal se transformó en un club de escucha donde, junto al dúo de Djs Hippocampus, propone algo casi contracultural: apagar el ruido, elegir un disco y escucharlo entero, sin distracciones, con café y pastelería pensada para la ocasión. Encuentros íntimos para escuchar discos de principio a fin. 

“Hoy todo está digitalizado y te hacen escuchar lo que más se reproduce; acá elegís una obra y te quedás con ella hasta el final”, dice, a la vez que invita a la nueva fecha de Mijito Escucha Club, el próximo sábado 23 de agosto, desde las 18 hs., en la que se reproducirá un disco de Jhon Lennon.

Si nos preguntamos dónde conseguir discos en Mendoza, dónde ir a revisar bateas, la respuesta es Mellon Collie, una disquería donde la caza del tesoro nunca termina, ubicada en Avenida España 1029 de Ciudad. En esta tienda hay desde reediciones flamantes hasta rarezas que llegan de a una y por encargo; acá los vinilos pasan de mano en mano mientras grandes y chicos comparten historias, data y la pasión por el formato. Entre quienes pasan por su local hay niños desde los nueve años, coleccionistas de décadas y curiosos que entran a buscar, por ejemplo, un Artaud de Pescado Rabioso, un Bocanada de Gustavo Cerati o un Oktubre de Los Redondos, álbumes “que nunca duran en las estanterías”. 

“Las redes te llevan a generar tendencias, hicieron que los más chicos conozcan de discos, investiguen y queden atrapados por la sensación de poder palpar algo, de leer las letras de las canciones, algo totalmente nuevo para ellos”, dice Gastón Arro, quien comanda la tienda que ya es un punto de encuentro en pleno centro. Para él, el vinilo es “la obra tal como el artista la imaginó” y “la experiencia de escuchar un disco en vinilo es un viaje de ida”. Él comparte con sus hijos la pasión por la música y ellos son su guía en cuanto a títulos de artistas actuales como Taylor Swift y Harry Styles.

Ringo Obregón es quien arma un espacio donde el vinilo es excusa para encontrarse y seguir alimentando el coleccionismo. En El Club del Vinilo, la pasión se multiplica y se retroalimenta y es que su propuesta es simple y no cambia: una feria de intercambio de discos, venta, Dj sets 100% vinilo y apasionados que están delante y detrás de los stands. Las próximas fechas son en Godoy Cruz: el 17 de agosto, en el bar La Cañada y el 30, en el Espacio Arizu.

El melómano apasionado por el rock y todos sus subgéneros, conductor de radio y periodista, es un convencido de que el formato une generaciones gracias a que, también, músicos actuales eligen editar su música en vinilos como los mendocinos Usted Señalemelo y Mi Amigo Invencible, entre otros. 

La experiencia cambia cuando el vinilo se mezcla con la gastronomía. En Oye, el listening bar de Chuky Gorria -uno de sus creadores-, las cenas son musicalizadas con títulos icónicos curados. “Me interesa pensar qué se escucha mientras la gente come sin hacer tanta precisión en géneros musicales sino que sea música que acompañe el momento. Y eso tiene el vinilo, te obliga a dedicarle tiempo y eso transforma la experiencia”, cuenta sobre el espacio que queda en Viamonte 5224, Chacras de Coria.

Para el Dj Gato Ficcardi, quien arma sus sets con House de entre los años 1996 y 2015, la relación con este formato redondo que gira en una bandeja es aún más artesanal. Pinchar en vinilo, dice, “requiere de un conocimiento previo de la pieza, de técnica, de horas de práctica y de un cuidado especial para que la cadena de sonido sea impecable y así, el resultado musical será óptimo”. Con PUNA, su proyecto junto a Dani Vinderman, editó un vinilo propio en 2019 (PUNA Vol. 1) y planea otro para el año que viene. 

“El vinilo es una obra física, es apasionante… Demanda un compromiso y dedicación especial que lo digital no te lo brinda ni lo necesita entonces, si esa pasión se transmite a los más jóvenes, es espectacular”, reflexiona.

El dúo Hippocampus se divierte e improvisa en cada uno de sus sets: Lucian Amat y Uter llevan valijas con hasta 150 discos y van eligiendo qué poner sobre la marcha, es una especie de “guerra de canciones” dejándose sorprender por el viaje musical al que la invita su compañero; ella transita territorios más rockero y él, más de la electrónica. “Ver un círculo negro girando y produciendo música es mágico”, dice la pareja que posee una colección de más de 2000 discos que está en movimiento constante.

“Es un momento hermoso, que haya gente que esté descubriendo el escuchar en vinilos nos beneficia a todos porque cada vez se pueden conseguir más discos, de estilos diferentes, es todo posible y cada vez más accesible”, dicen.

Lo mismo siente el equipo de New Rock Club en su Sunset Retro, donde combinan la música de los 80, 90 y 2000 con un warm up analógico que despierta la curiosidad de los presentes, “se acercan a mirar tapas, a preguntar cómo funciona y hasta para sacarse fotos con los discos. Se sorprenden al escuchar temas de rock que conocen por sus versiones digitales sonando tan bien y hasta con otros sonidos puros en un formato analógico”, resalta Santiago Lima. Además de invitar a la próxima fiesta el día 15 de agosto, en Lui Wines.

En este mapa del vinilo mendocino no podemos no mencionar a Ale Castro, coleccionista incansable, productor y dueños de varios sellos, entre ellos Love & Loops Records -único de Mendoza que edita música electrónica en vinilo-; el mendocino por adopción es capaz de pasar de vender discos por su plataforma digital I Sound Better On Vinyl a pinchar junto a leyendas. “No te imaginas lo lindo que es tener tu propia música en vinilo y más aún compartiéndola con leyendas como Robert Owens”, asegura mientras gira por Berlín y recibe su último track grabado en vinilo con el sello español ESUOH.

Vinilos que son una joya y dónde encontrarlos

Todos guardan joyas en sus estanterías y cada uno las elige por motivos diferentes, sea porque son discos de ediciones limitadas, porque los desearon durante mucho tiempo o porque despiertan una emoción profunda y personal. 

En el caso de Gastón, recuerda una primera edición inglesa de Physical Graffiti con portada troquelada, la cual debió vender en su tienda; la tristeza lo inundó pero entendió que la pasión se comparte y que pronto entraría otra joyita para ocupar su lugar. Mondo di Cromo es la pieza que Ringo guarda con mucho cariño en su discoteca; lo compró allá por el ´83 porque en esa época empezó a comprar vinilos, con solo 11 años. “Ese disco me rompió la cabeza, mi elección es más con el vínculo que establezco con el disco que específicamente con la obra”.

En el caso de Hippocampus, un disco que siempre quisieron tener y hace poco lo encontraron, fue Drunk de Thundercat, en 4 vinilos de 10 pulgadas, “el arte del disco está buenísimo, con mucho detalle”, además de vinilos de “los próceres de la electrónica nacional” como Diego Cid, Carlos Shaw, Carlos Alfonsín, Leandro Fresco.

Y en el de Castro, confiesa tener muchos vinilos de sellos independientes y ediciones limitadas que hay muy pocas en todo el mundo, «bastantes ‘figuritas dificiles’ por decirlo de algun modo», refuerza.

Ficcardi destaca un box deluxe de Kruder & Dorfmeister, KD SESSION del dúo alemán éxito en el 2008-2010, “ellos se juntaron de nuevo, editaron el disco e hicieron este pack en vinilo, con los 6 discos y fotografías”, resalta y no duda en también mencionar el vinilo de la banda mendocina Raivan Pérez titulado Confluencia, de 1988. Mientras que Gorria resalta sus discos autografiados por diferentes bandas como de El Mató a un Policía No Motorizado, Bandalos Chinos, Conociendo Rusia, entre otros. “Que estén dedicados me parece la mayor joya porque es algo único”. 

En lo que todos concuerdan es que los viajes dentro y fuera del país son la mejor “excusa” para ir en búsqueda de discos y encontrar títulos específicos y hasta otros que sorprenden por sus artes de tapa, sus artistas y ediciones únicas. En sus itinerarios de viaje, un día completo está destinado a esta caza de riquezas musicales. 

Además, como sus amigos conocen su pasión por la música en vinilo, éstos suelen contactarlos para que vayan a revisar colecciones encontradas entre las pertenencias de sus familiares o conocidos. Sin olvidar las ferias donde una comunidad se pone a la orden del formato. Y de allí rescatan piezas únicas.

“Girando, sigue girando”

Así como reza el estribillo de la canción homónima de los Ratones Paranoicos, para los apasionados del vinilo, este formato no es solo música y sigue llegando a nuevas generaciones. Es un objeto que une, que devuelve el concepto de álbum, que invita a detenerse. “Es una resistencia ante el avance de lo digital, una forma de mantener viva la obra completa, de frenar el ritmo y sentarnos a escuchar música de un modo real”, coinciden todos. 

 

Mientras haya alguien dispuesto a poner la púa sobre las ranuras de un disco, en Mendoza el vinilo seguirá girando. Y como invitación, dejamos la palabra de Ringo: “Les recomiendo que empiecen por comprar un par de vinilos y solas van a llegar las ganas de escucharlo y ahí sí irán en búsqueda de una bandeja. En el vinilo es todo de a poquito, lo van a disfrutar mucho, es otra cosa, es sumergirse en una especie de ritual”.

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