Para mantener la premisa de que «para cada momento hay un vino», en estos días de calor, cuando uno piensa en vino lo primero que se le viene a la cabeza es tomar un blanco «fresquito». Es por esto que elegí este vino, además de que el varietal entre los blancos es uno de los que más me gusta: si tuviera que hacer un ranking de blancos, primero ubicaría al Torrontés, segundo al Viognier y tercero al Sauvignon Blanc.
Este vino de Bodega Atamisque (ubicada en San José, Tupungato), está elaborado a partir de viñedos únicos y propios, a una altura de 1.300 msnm. Conllevan una crianza de 6 meses en tanques de acero inoxidable, y una guarda en botellas de 4 meses antes de salir a la venta.
Es un vino de color amarillo brillante, con matices dorados, con un aroma intenso a durazno, ananá, flores blancas como el jazmín y la magnolia. En boca se recibe con buena voluptuosidad, acidez presente, refrescante. Y con un final que nos deja recuerdos frutados, tales como melón y durazno. La temperatura de servicio recomendada es de 10° C.
Este vino, es ideal para maridarlo con una picada de quesos no muy intensos, como queso brie, morbier o muzzarella. Si bien son quesos untuosos se llevan bien con la frescura del vino. Podemos acompañar también con algunas frutas como melón, con el clásico melón con jamón o con una sopa fría de melón con menta.