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Finca Decero: Paraíso escondido en Agrelo

Viñedos y jardines que se pierden en la cordillera del Plata, una terraza que vuela sobre el paisaje, vinos de alta gama y un menú primaveral con sabores inéditos. Almuerzo en Decero, experiencia Inmendoza.

Un paisaje inesperado en pleno Agrelo nos sorprende apenas entramos en el territorio de Finca Decero. Un inmenso parque verde como una cancha de golf rodea la arquitectura estilo español de la bodega. Al fondo, el Cordón del Plata domina el horizonte. Cuesta imaginar las tierras vírgenes y agrestes sobre las que Thomas Schmidheiny, empezó «de cero» con su proyecto. El desierto mendocino tomó color y el verde del parque hoy se pierde en los viñedos que abarcan aproximadamente unas 170 ha de las 210 que integran la finca.

Nos esperan en el restaurante para vivir la experiencia de un almuerzo en cinco pasos, pero antes nos detenemos un instante para conocer la colección de vinos Decero que luego degustaremos con cada plato. Una curiosidad es The Owl and the Dust devil, el vino creado para el consumidor norteamericano, cuya etiqueta de realidad aumentada cobra vida con la app diseñada para explicar en inglés las bondades del vino y dónde conseguirlo.

Finca Decero arranca en el año 2000, su único dueño es Thomas Schmidheiny, empresario suizo de la industria del cemento que llegó a la Argentina por negocios y se enamoró de los paisajes mendocinos y de la calidad de sus vinos. Schmidheiny es uno de los empresarios destacados en la revista Forbes por su patrimonio y porque posee una colección de obras de Leonardo Da Vinci.

Su familia ya tenía fincas en Australia, Estados Unidos y Suiza. Hereda estos proyectos de su madre y su abuelo pero igualmente decide comprar las tierras vírgenes de Agrelo  donde le recomiendan plantar todas variedades tintas. Así, encantado con iniciar su propio proyecto, Schmidheiny  divide las parcelas en seis varietales: Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Syrah, Petit Verdot y Tannat.

Se producen ocho vinos, uno por cada varietal plantado y dos blends, de los cuales cinco de ellos nos acompañarán en el almuerzo y podemos decir que el Petit Verdot y el blend de exportación The Owl and the Dust Devil se llevan todos nuestros votos.

En el restaurante ubicado en altura, la mesa con la mejor vista nos permite apreciar la enormidad del paisaje. El chef Andrés Fozzatti nos detalla el menú primaveral y la sommelier sirve cada varietal para combinarlo como «mejor guste uno» con los sabores culinarios. Los vinos todos se llaman Decero, no hay diferentes líneas y tiene de 14 a 22 meses de añejamiento en barricas de roble francés, según nos explica su creador, el enólogo Thomas Hughes. Un dato es que solo se pueden comprar en la bodega, son vinos de alta gama, con un precio base de 750 pesos.

Iniciamos el appetizer y nos sorprende la creatividad de Fozzati para combinar sabores. Este primer plato lleva texturas de zanahoria y coco, canela, queso de cabra y jamón crudo. Una delicatesen diseñada en el plato teniendo en cuenta detalles de color. La entrada es otra sorpresa en la mezcla de ingredientes de estación, esta vez remolacha, ricota especiada y orejones de durazno le dan increíble frescura al ahumado de pescado. El principal con filet de mignon se acompaña con una originalísima crema de calabazas y chocolate blanco con un toque de salicornia «una especie de yerba endémica de Mendoza que usaban los huarpes, es chiquita y salada y también se le llama espárrago de mar», nos explica el chef.

El desfile de texturas, colores e inéditos sabores continúa en los postres. Primero un delicado «pre-postre» para cambiar el paladar, un sorbete de frambuesa y zanahoria al romero; finalmente una mousse de chocolate y garam masala con toques de café, frutillas frescas, helado de naranja y mora. Delicias todas.

Tomamos el café en la terraza de estilo español que se conecta con el restaurante mediante grandes ventanales. Desde allí se observa «la mano» un diseño con plantas autóctonas que aluden al trabajo manual con el que se hace todo el proceso de vinificación en Decero.

La terraza es también un punto estratégico para el avistamiento de aves, más de 15 especies revolotean los jardines y viñedos. También los remolinos de viento y tierra son un símbolo distintivo de la bodega, de hecho los vinos todos provienen del viñedo denominado Remolinos, «único y sostenible».

[alert type=green ]El restaurante de Decero abre de lunes a sábado y feriados al mediodía. Hay opciones de menú de  5 y 3 pasos con degustación de  vinos de la casa. Son kids friendly por lo que cuentan con menú para niños. Reservas: +54 261 524 47 47 / 48 / +54 9 261 2 151 271. Email: [email protected][/alert]

Fotos: Valeria Mendez y Mariano Berni

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