En los papeles, es nicaragüense y licenciado en publicidad, con un máster en Comunicación Corporativa e Institucional. Pero los vaivenes de la vida y la propia voluntad lo pusieron en otro lugar físico y profesional. Hoy es un bartender “mitad ecuatoriano, mitad argentino”, tal como él mismo asegura.
Del clima tropical y húmedo a la aridez extrema, Marcelo Yepez (33) llegó a Mendoza hace casi una década para estudiar una carrera que -al igual que un barman- requiere de la creatividad. Dedicarse a lo que más le gusta, y el amor -qué otra cosa si no-, hicieron que se afinque en estas tierras y que no tenga planes de moverse por ahora.
Para quienes no lo conocen por su nombre, es también Chelo, o el bartender ecuatoriano de Cachita’s. El mismo bar que durante un tiempo tuvo al frente a otro extranjero: el alemán Christian Arnold, experto también en el arte de preparar cocteles.
Fuimos hasta el bar que se jacta de tener los mejores tragos y las mejores hamburguesas de la ciudad para corroborar la veracidad de tal presuntuosa afirmación. Y para conocer un poco más en profundidad a ese chico serio que detrás de la barra mezcla líquidos y algo más con tanta pasión.
¿De dónde sos y cómo llegaste a Mendoza?
Nací en Nicaragua pero viví toda mi vida en Quito. Allí hice varios cursos de coctelería y de flair (malabares con vasos, botellas, cocteleras, frutas) y trabajé en bares y boliches durante muchos años. A Mendoza llegué hace más de 9 años, vine a estudiar, a terminar mi carrera en Publicidad. Luego de la licenciatura, hice un máster en Comunicación Corporativa. De casualidad conocí a los dueños de Cachita’s y surgió la oportunidad de volver a lo que a más me gusta hacer: la coctelería. Estoy en el bar hace casi 4 años. Hoy me considero mitad ecuatoriano, mitad argentino.
¿Por qué pensás que la gente te elige? ¿Qué características tenés que tener para ser un buen bartender?
Tener conocimientos y también carisma. Dominar el arte de la barra y poder relacionarte con la gente.
En Argentina tomamos mucho fernet con coca, en Chile, “piscola”. ¿Hay algo similar en Ecuador?
Se toma algo muy tradicional que se llama “puntas”, que es un destilado de caña con mucha graduación alcohólica, y se elabora de manera artesanal, no está industrializado. A veces llega a más de 80°, es bastante poderoso y se toma mucho. No podemos hablar de cocteles, porque la coctelería ecuatoriana es más bien joven.
¿Cómo somos los mendocinos a la hora de tomar?
En principio un poco conservadores. Pero después de varios años acá, te puedo decir que se han abierto mucho, con nosotros especialmente. Tengo muchos amigos que conocí como clientes. Esos amigos se animan a probar cosas nuevas, me tienen confianza. Y vuelven, que es lo más importante.
¿Qué trago le prepararías a un montañés?
Algo con vodka o con whisky, para calentar un poquito.
¿Qué toman las mujeres y qué toman los hombres?
En los hombres varían mucho los gustos, no vamos a decir que son más amargos o secos, pero sí un poco más clásicos a la hora de tomar un cóctel. A las mujeres les gustan más las cosas dulces, pero se animan a probar.
Está por empezar la primavera. ¿Los tragos cambian con las estaciones?
Sí, por supuesto. Los cocteles tienen que ver con las estaciones y con el cambio de humor que estas provocan en las personas. Ahora estamos preparando una nueva carta que tiene novedades en todos los campos. Algunas cosas nuevas, estoy seguro de que van a gustar.
¿Es verdad que hay mezclas que son afrodisíacas?
Es verdad, porque todo tiene que ver con la química, y algunas combinaciones producen ciertos efectos. Por ejemplo el limón, la menta y el azúcar… por eso funciona el mojito. Acá combinamos jengibre con cilantro y limón, o albahaca con limón y almíbar. Son mezclas que funcionan muy bien y tienen mucho éxito.
¿Qué es lo que más te piden?
Lo que más me piden, obviamente, es el cóctel más vendido del mundo: el mojito.
En casi 4 años en esta barra, imagino que tenés algunas anécdotas con los clientes…
¡Miles! Te cuento una emotiva: Christian ahora ha vuelto a Cachita’s, compartimos la barra. Somos mejores amigos, incluso soy el padrino de su hijo. La primera vez que recibí a mi ahijado acá, en medio de una linda celebración que hicimos, fue algo muy especial.
Ha venido gente famosa, como un actor argentino que a mí me gusta mucho: Darío Grandinetti, o jugadores de futbol que no voy a mencionar para no meterlos en problemas…
Una vez una pareja protagonizó una pelea de película. Ella llegó ya pasada de copas, hizo una escena tal que tuvimos que llamar a la policía. Pero no pasó nada grave y hoy la recordamos como una anécdota graciosa.
Profesional y personalmente, ¿dónde y cómo ves tu futuro próximo?
Ahora la sociedad del bar está en transición y estoy interviniendo en ese proceso. Esa es una motivación para quedarme. Además está mi novia mendocina, otra de las razones de mi larga estadía. Estoy contento, tranquilo, Mendoza me encanta. Es un lindo lugar para vivir.
En cuanto al mundo de la publicidad y la comunicación, sigo en contacto con colegas de algunas agencias en las que trabajé y por ahí surgen cosas como freelance. Pero sin dudas esto es lo que más me gusta.
Y como no solo de líquidos vive el hombre, la carta del bar de calle Sarmiento incluye starters como vegetales asados, papas fritas, aros de cebolla, rabas, fish and chips, bastones de queso y alitas de pollo. Ideales para degustar algunos cocteles con el estómago en condiciones. Pero si lo que querés es cenar como Dios manda, hay desde opciones livianas hasta algunas más contundentes. La vedette: las hamburguesas, clásicas y especiales.
La extensa carta de tragos tiene como base la coctelería tradicional. Recetas con historia y leyenda propia que Chelo reinterpreta para poder hacer sus versiones, que comparte con locales y turistas.
Observando la preparación, encontraremos la simplicidad con que se elaboran los cocteles más clásicos: pocos ingredientes, técnicas simples, combinación de aroma y sabor imbatible. Te preguntarás por qué no te salen igual en casa… no tenemos esa respuesta. Quizá nos falten ingredientes, los utensilios perfectos, precisión -en las medidas, en el paso a paso-, creatividad, o pasión.
Mezclas tradicionales e indestructibles, y otras más vanguardistas y osadas. Siempre utilizando bebidas e ingredientes de primera calidad. Los clientes nuevos y los de siempre. En el interior del pequeño local, afuera en el deck o en la mismísima barra. La recomendación: observar desde la platea preferencial -que no es nada más que una banqueta en la barra- para calmar la ansiedad de la espera y disfrutar del arte del alquimista.