Estas son las cinco claves para acertar con tu celebración si tu onda es relajada.
1. Festejalo todo. La vida es demasiado corta y hay que llenarla de alegría, amigos, risas. Cualquier excusa es válida, no sólo los cumpleaños y aniversarios. Creá un leitmotiv. Rompé los esquemas. Se pueden hacer grandes cosas con presupuestos pequeños.
2. Fuera corsés. Huí de los convencionalismos. Que no te preocupe lo que puedan pensar, sé vos mismo. Combiná distintas vajillas, usá un viejo armario como bar, poné a los invitados a trabajar… Además, mezclá distintas personas que no se conozcan entre sí. Todos harán un esfuerzo extra por agradar. Invitá si podés a algún amigo extranjero, siempre da un toque de glamour.
3. Efecto sorpresa. Utilizá todos los espacios de la casa. Serví el aperitivo en la terraza o buscá lugares simpáticos de tu edificio. No pongás la comida y la bebida en la misma habitación, así se creará movimiento y se mezclarán los grupos. Liberá la casa de muebles, y si no hay asientos suficientes, repartí almohadones por el suelo. Hacé que tu fiesta sea como una obra de teatro en varios actos. Si tienes niños, animalos a que participen.
4. Low cost. El presupuesto no debe ser un impedimento. Hay tres elementos clave que no cuestan: amigos, música y decoración. Llená el espacio de verde (hiedra o laurel en todo tipo de recipientes: jarras, botellas). Serví un buen aperitivo y platillos que se coman con una sola mano, para poder estar de pie. No deben faltar bebidas ni hielo.
5. Viva el domingo. Es el momento perfecto para reunir amigos. El fin de semana ¡todavía no termina! Disfrutá de la luz del día. Si tenés jardín o terraza, aprovechalos. Organizá un almuerzo a la italiana: una sábana a modo de mantel, pollo asado, ensalada, un buen vino y ensalada de frutas. Un plan refrescante, barato y divertido.
Si sos de los que prefieren planificar bien cada detalle, estas son tus cinco claves para la fiesta perfecta.
1. Bajo control. Es muy importante saber con antelación, además del número de invitados, dónde se va a colocar cada elemento. Comprobá que disponés de suficientes sillas y vajilla, de lo contrario alquilalos. Elegí un buen catering o el menú apropiado según la celebración. Lo mismo con la música, lo mejor es confeccionar la banda sonora para cada ocasión.
2. Buen ambiente. Cuidá la puesta en escena. La iluminación es imprescindible, creá un ambiente cálido y tenue, por ejemplo con velas, sin recargar. La decoración tiene que ser la adecuada al entorno: si es una fiesta al aire libre, utilizá mantelería y vajilla alegres, coloridas, frescas. Si por el contrario se trata de algo más formal, alquilá unos chester blancos. Si hay mozos, deben ser amables y con un aspecto impecable.
3. Sé detallista. No olvides ningún rincón. El baño lo visitarán todos. Poné algunos candelabros, unas flores discretas, toallas de lino… Si no tenés mantel de lino para la mesa, utilizá uno bueno de algodón. Es imprescindible que esté muy bien planchado y que cubra por completo las patas.
4. Tomá medidas. Calculá bien el número de personas en relación al lugar de la celebración. De todas formas sé previsor: puede fallar gente o venir más de la prevista. Se usan mucho las mesas imperiales, son muy vistosas pero sólo se puede hablar con las personas más cercanas. Lo ideal son las mesas redondas para pocas personas, donde todos puedan charlar.
5. No escatimes. Pensá en grande para ser grande. No se debe ahorrar en la comida (además, tiene que ser de la mejor calidad) ni en la decoración floral. Es increíble cómo unas flores pueden cambiar un espacio, lo que te permite alquilar por ejemplo un mobiliario menos costoso. Con imaginación y buen gusto se consiguen maravillas.
