Salimos una hora y media antes. El camino, aunque un poco largo, ya nos daba pistas de lo que sería esta experiencia. Entre asfalto y arena, llegamos al viejo puente del tren, que nos marcó el inicio de los últimos ocho kilómetros de ripio. Las anécdotas fluían mientras el movimiento del auto nos hacía bailar, y la vista nos dejaba maravilladas: agua cristalina de lejos, amarronada de cerca, y el imponente marco de las montañas.
Finalmente, llegamos. Un sector hermoso con quincho, palapas y una bajada al dique nos recibió. Nuestra mesa, perfectamente preparada para nosotras cuatro. César y Benjamín Montes de Oca, anfitriones y creadores de Chirivia, nos dieron la bienvenida, mientras los mozos comenzaban a agasajarnos con platitos de bienvenida. Así comenzaba esta vivencia que hoy venimos a recomendar.
Chirivia, una experiencia 360°
Chirivia no es solo un lugar para comer, es un viaje sensorial en el que se mezcla lo mejor de la gastronomía con un entorno de montaña que verdaderamente fascina. Desde el momento en que llegás, todo está pensado para conectar. El menú rinde homenaje a los productos de estación o temporada, mientras que el respeto por el entorno natural impregna cada detalle, desde la elección de los ingredientes hasta la experiencia misma. Además, el formato grupal fomenta algo muy especial: compartís con amigos, pero también con desconocidos que, entre charlas y risas, se convierten en parte del momento.
El paisaje de Potrerillos, con su dique y sus montañas, pone el broche de oro. La llegada puede ser desafiante, pero cada kilómetro vale la pena. Una vez ahí, el entorno y la calidez del equipo de Chirivia te envuelven en una atmósfera de disfrute pleno. Los mozos están atentos a que no te falte nada, la música varía y acompaña y las 4 o 5 horas se te pasan volando.
Un menú de pasos para todos los gustos
El corazón de Chirivia es su menú de 12 pasos, que viene justamente luego de los bocados iniciales. Todo comienza con una serie de snacks que combinan sabores y texturas inesperadas, como crocantes de zanahoria con un dressing único o tarteletas de hongos que parecen pequeñas obras de arte. A medida que avanzan los platos, la experiencia se intensifica, con creaciones como polenta con champiñones y langostinos al ajillo, o unas vainas de edamame con sal y ajo que todos pelean por la última.
Lo mejor de todo es que no hay apuro. A mitad del menú, hay un break que se siente como un regalo: por medio de un corto sendero con llegada al Dique, podés mojarte los pies ahí, nadar o simplemente sentarte a contemplar la vista. La idea es que cada pausa reviva las ganas de probar el siguiente paso.
Luego, volvés para disfrutar de platos principales que siguen sorprendiendo. Unas altas mesas para compartir se erigen por todo el lugar para dar soporte a una variada y exquisita ensalada, una tortilla de papas babé impecable, una entrañita (la pedís al punto que quieras) con puré de cabutia, una trucha que se deshace sola. Y claro que no puede faltar el cierre dulce con un panqueque de dulce de leche y frutos rojos que queda grabado en la memoria.
Chirivia también se asegura de que nadie quede afuera. Si sos celíaco, vegetariano, vegano o tenés alguna preferencia alimenticia, ellos lo resuelven con opciones igual de creativas y deliciosas. Y para acompañar, la selección de vinos es interminable, desde etiquetas clásicas hasta sorpresas como su propio vino Chirivia, elaborado por Amuleto Wine Co.
El alma de Chirivia
Detrás de esta experiencia están César y Benjamín Montes de Oca, padre e hijo y chefs formados en el Instituto Argentino de Gastronomía. La pasión por sorprender y conectar con las personas es el motor de este proyecto, que nació de su amor por la gastronomía y su visión de hacer algo único en Mendoza.
César, con su carisma, se encarga de narrar historias entre plato y plato – donde no deja de mencionar a un gran pilar del proyecto que es su esposa, Julieta – haciendo que todo se sienta cercano y especial. Para él, Chirivia es una filosofía. Como dice: “Chirivía significa zanahoria antigua y creemos que es una forma de vida. Es superación, aprendizaje, nunca alcanzarla, nunca parar y disfrutar el camino”.
En Chirivia, todo gira en torno al disfrute, a compartir y a valorar cada momento. El asombro es el propósito: brindar algo inesperado, inexplicable y único. Es una experiencia tan única como la conexión que logran crear con cada invitado.
Si querés saber de qué estamos hablando, Chirivia te espera. Podés hacer tu reserva por WhatsApp al +54 9 11 6287-9903 o a través de su Instagram: @_chirivia.