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Cecilia Carreras en el ECA: Romper la pared y salir al espacio

Cecilia Carreras abre su mundo de una manera novedosa en el Espacio Contemporáneo de Arte con la muestra Habitar la piel, un “ensayo visual”, donde la artista expone su propio proceso de creación.

La nueva obra de Cecilia, montada en un recorrido rítmico, exprime las posibilidades circulares de la sala Eliana Molinelli del ECA para representar el sinfín de todo proceso creativo. Una instalación, un cambio cromático abren la puerta a inéditos mundos de la artista.

Carreras muestra toda la cosmogonía que generó durante cuarenta días de residencia artística en Estación Guerrero, una casa de arte en Palermo, donde participó de clínicas y clases particulares con el artista Tulio de Sagastizábal.

“Mi primer desafío fue ver qué me pasaba a mí en el territorio, en el barrio, en el espacio. Yo estaba muy permeable, fui a eso, a captar toda esa esencia del entorno”, nos anticipa la artista.

Hay un cambio, un viraje sobre lo que venías haciendo, incluso una instalación que domina la escena de esta muestra…

Hay una bisagra en todo sentido, esto es un proceso creativo. Muestro todo lo que fui vivenciando durante la residencia. Mariana (quien habita la casa), los nenúfares en el estanque, el perro, los girasoles, son parte de ese mundo que experimenté. Me permití fluir en ese juego del adentro y del afuera, mirando qué pasaba con lo social, con el entorno. Por ejemplo, el cartel publicitario de Buenos Aires que yo veía todo el tiempo, es una imagen muy fuerte dentro de la obra…

El montaje que hicimos en el ECA con curaduría de Egar Murillo y Carolina Rodríguez Pino es muy importante porque los dibujos están puestos tal cual como estaban en mi taller, por ejemplo. Las telas sin bastidor, livianas…

Salís de las telas y vas hacia lo tridimensional, ¿qué motiva ese cambio?

Vengo trabajando con Egar Murillo hace bastante tiempo, en un acompañamiento de obra. Estoy con cambios, con procesos internos. Desde que abrí las puertas de Aristóbula (la casa de Arte donde vive Cecilia), estoy haciendo cambios en mis trabajos. Surgen ideas, proyectos que hablo mucho con Egar. Hay un viraje hacia nuevas materialidades, nuevos soportes. De ahí viene la idea de mi primera instalación. Mi cuerpo necesitaba salir al espacio.

¿Por qué la cama cobra tanto protagonismo?

La cama que aparece en las telas es en la que yo dormí en Buenos Aires. Hay todo un mundo sobre lo que significa o simboliza la cama en sí, como dicotomía visual del adentro y del afuera. En estas obras también la paleta de colores cambia. El cromatismo se hace más íntimo, más piel. Me fui hacia los negros, los crudos, los tierra.

Y el afuera también tiene su potencia…

El encuentro con el afuera se manifiesta en los carteles publicitarios y el volquete. Descubrí que en los contenedores de Buenos Aires arrojaban deshechos de las casas chorizo que están tirando abajo. Son casas que me conmueven y adentro de esos contenedores estaba la historia de esas casonas. Me parecían pequeñas joyas que quise reconstruir en arcilla. En el volquete además encontré el cabezal de una cama y una ventanita. Me los llevé y los intervine. Fue azaroso pero una necesidad corporal de romper la pared y salir hacia lo tridimensional.

Después llegué a Mendoza y decidí hacer una instalación con la cama, donde también hay una frazada de mi papá que cobija y abraza.

La instalación aparece como algo disruptivo, algo que me pide el cuerpo, el baile, el movimiento que son tan importantes para mí.

¿Qué te genera el movimiento? En Instagram te vemos bailar alrededor de tus obras, en tu taller…

Siempre me moví a mi manera, y el año pasado hice danza con las Fusari. Después caí por casualidad en lo de Graciela Conocente que tiene un  laboratorio de danza, psicología e improvisación y fue para mí un antes y un después. Busqué durante muchos años esa manera de moverme. Es lo que voy sintiendo en cada clase y lo trabajo en análisis. Está muy unido, condensado, es muy rico.

El movimiento me permitió salir de la tela al espacio y hacer esta intervención. Ahora tengo ganas de seguir saliendo. Uno sale y ya después no sabe  qué puede pasar, viene lo incierto, el ensayo y el error, eso me encanta.

La muestra Habitar la piel se puede ver hasta el sábado 23 de noviembre, ese día a las 18 hs. habrá una intervención de música y danza para darle cierre a la exposición.

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