Ubicada a solo ocho cuadras de la plaza de Godoy Cruz, Casa Tano se define como una bodega urbana, artesanal y llena de historia. No es una bodega de garaje sino un espacio donde el vino se elabora con respeto y pasión, entre barricas, pequeñas máquinas y muchas manos que lo transforman en arte.
Al frente del proyecto están los socios y amigos Cristian Santos y el enólogo inquieto Lucas Richardi; ellos comenzaron hace 13 años con su hobbie de hacer vinos, el primero puso los parrales familiares y el lugar para producir, mientras que el segundo, todo su conocimiento técnico y pasión. Hoy, llevan adelante toda una experiencia vitivinícola y gastronómica abierta a visitantes, familias y wine lovers.
Una bodega que nació entre amigos
La historia de Casa Tano tiene un inicio tan auténtico como sus vinos: en la casa de la mamá de Cristian, «con un tacho aceitunero azul». El proyecto creció y lo mudaron al caserón de los abuelos de Cristian, el ‘nono Yani’ y Coca, en la calle Perito Moreno 1221 de Godoy Cruz. Es por esto que en esta propuesta artesanal se respira tradición e identidad barrial, como en aquellas «casas chorizo» de los inmigrantes italianos con sus parrales característicos.
El espíritu de Casa Tano nunca perdió esa esencia, de hecho, la prensa del nono de aquellas épocas sigue activa en la actualidad. Allí se elaboran alrededor de 15 mil botellas al año; en los inicios, Lucas y Cristian hacían vinos para sus amigos y ahora distribuyen por el país, sus vinos se degustan en restaurantes de Bs.As. -como Don Julio y Anchoíta- y por supuesto, se pueden encontrar en su sede de Godoy Cruz.
«Hicimos una barrica y al otro año empezamos a ofrecer nuestro vino a grupos de amigos, quisimos valernos de la amistad como puente para que la gente aprenda a tomar vino. Nos enfocamos en pequeñas cantidades y grandes calidades. Siempre apostamos al respeto por el vino y por el medio ambiente. No tenemos certificaciones pero sí garantizamos vinos puros y conscientes», comparte Richardi.
Casa Tano tiene una fuerte impronta didáctica para quien quiera aprender a hacer su propio vino. Proponen experimentar las diferentes etapas de la vinificación a grupos, familias y bares de todo el país. «Las personas vienen porque quieren conocer todo el proceso: seleccionan los racimos, hacen el embotellado y el día de corte es donde más participan. Ahí ofrecemos varios varietales, los prueban a ciegas, imaginan su corte ideal y después lo elaboramos juntos», explican.
Lucas Richardi, el enólogo inquieto que hace arte con el vino
El joven enólogo no se queda quieto. Su curiosidad y sus viajes lo llevaron a explorar distintas maneras de hacer vino: «Nunca me quedo con una sola forma; mis colegas me inspiran; cuando probé vinos distintos, descubrí que se podía innovar permanentemente», dice y eso es lo que realmente hace.
Su filosofía de elaboración tiene una base muy clara: pureza y respeto por el vino. Es por esto que en Casa Tano se utilizan levaduras indígenas, se realizan cosechas tempranas para evitar agregados de acidez y se interviene lo menos posible. «Considero que lo bueno se extrae solo», reafirma el enólogo del proyecto.
El resultado son vinos frescos, frutados y jóvenes, pero con seriedad y equilibrio. Las diferentes líneas que van entre lo tradicional y lo moderno, apostando a la transparencia y a la expresión pura del terroir. «Queremos que los vinos sean tomables, delicados, con buena fruta y menos extracción», agrega Lucas.
Vinos con identidad: de lo experimental a lo consolidado
Los vinos de esta bodega urbana tienen vida propia; el equipo juega con vinificaciones poco tradicionales como es el caso de la línea Vino por el Arte, con maceración carbónica, naranjos y claretes, dando como resultado variedades «más rockeras, funkies y frescas».
«Cada vino tiene una intención y un concepto bien marcado. Siempre buscamos innovar, pero con un enfoque cada vez más profesional. Viajé mucho y aprendí que el arte del vino está en la creatividad, en el amor que le ponemos a cada botella», reflexiona Lucas.
El Pet Nat es una pieza clave también de la bodega. Otras líneas, como Al Compás y Barro, exploran nuevos horizontes; la primera es una cofermentación de cuatro varietales y la segunda, es la nueva línea de blancos elaborados en ánforas de barro, un homenaje a las paredes de adobe de la propia casa del nono que alberga a la bodega.
El blend de tintos Casa Tano Corte Tradicional, Volumen, las siete etiquetas de En Vivo y las dos de Inédito completan el portfolio de la bodega urbana de vinos artesanales.
Vino, arte y experiencias para todos
Casa Tano es mucho más que una bodega. Es un lugar donde el vino se encuentra con el arte en todas sus formas. Desde música en vivo hasta eventos gastronómicos, el espacio invita a disfrutar de experiencias completas, acompañadas siempre de una buena copa.
Su bistró La Capagnina complementa a la perfección cada etiqueta de la bodega. Este espacio gastronómico que muchos llaman «el almacén del tano», porque es donde el nono tenía sus estanterías, ofrece desde platitos hasta menú de cinco pasos, con una cocina regional y opciones italianas que resaltan la cultura argentina y mediterránea.
Allí se llevan a cabo las propuestas culturales y ciclos como el Casa Tano en Vivo, donde se conecta de un modo relajado la actuación de artistas en vivo con el vino y un tapeo para acompañar la velada.
Así es como Casa Tano te invita a vivir una experiencia distinta ya sea para participar de la elaboración del vino, disfrutar de un evento artístico o simplemente conocer una bodega urbana en el corazón del barrio, un proyecto joven y fresco, un punto de encuentro entre la historia, el arte y el vino.