Juguetes y juegos. Retro o hiper modernos. Para la casa, para la oficina, o para la intimidad… Artefactos electrónicos, recipientes y utensilios para comer y beber. Experiencias deportivas, de aventura, de manejo, de vuelo. Objetos para hacer bromas, controles remoto de todo tipo…
La lista es extensa y abarca prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana -y no tanto- de un hombre. Chicos grandecitos ya, que se divierten como niños con la ayuda de un completo catálogo de opciones disponibles en el mercado. Todo un universo pensado para que los nenes no crezcan más. O para que conserven su naturaleza lúdica por el resto de su vida.
Estos hombres pueden pasar horas y horas en un simulador de Fórmula 1, jugando a la Play Station, al metegol o al paintball. Fanáticos de Meccano, Lego, Rasti y otros juguetes de construcción, los entusiasma más que a sus hijos armar una pista de Scalextric o visitar los parques de Disney.
Los especialistas en marketing los llaman kidults, y son como “el sueño del pibe” para cualquier empresa, ya que combinan la impulsividad de los chicos con la billetera de los grandes. Pero, ¡ojo! que no se trata de “gente que no tuvo infancia”, sino de adultos que buscan la diversión y quieren disfrutar el presente, como cuando eran chicos. Por eso, aunque son perfectamente racionales, no reparan en gastos para comprarse el último chiche tecnológico o una consola wii.
El mercado de juguetes para adultos crece cada vez más, y algunas jugueterías le dedican góndolas enteras. Gran parte de los usuarios de juegos de modelismo y para armar son mayores, y en el segmento de videojuegos -contrariamente a lo que se piensa- la edad promedio de los jugadores está en los 35 años.
También existen webs especializadas que incluyen diversión para grandes en el ámbito que se nos ocurra. Como el sitio inglés boystoys.com, que envía sus productos a toda Europa, algunos incluso free shipping. “Los hombres nunca crecen! Al menos, los hombres de verdad. Amamos a nuestros juguetes y cualquier excusa para jugar con ellos. Vienen en diferentes formas y tamaños. Quien muere con más juguetes gana!”, se presentan en la web.
Esta página ofrece desde un lapicero muy particular con forma de hombre muerto o un mini bowling de escritorio, hasta joysticks retro o parlantes con forma de chancho. Lo que se nos ocurra está abarcado en las secciones: Experiencias, Regalos, Juegos y juguetes, Deportes, Casa y jardín, Gadgets, Comida y bebida, y Diversión para el dormitorio.
Dicen que los tres pilares de la salud mental son el amor, el trabajo y el juego. La importancia que le damos en nuestras vidas a esto último podría volvernos más productivos, optimistas y, por supuesto, felices. Sin embargo, cómo jugar puede ser todo un desafío para los adultos, ya que una vez que crecemos dejamos atrás lo lúdico y nos volvemos serios, racionales y estructurados. Por eso, los expertos afirman que se debe incorporar a la vida diaria en todo lo que se hace. En la fórmula para alcanzar la felicidad, los adultos no debemos olvidarnos de un ingrediente fundamental: jugar.
«No se deja de jugar porque se es viejo, sino que se es viejo porque se deja de jugar», decía el escritor irlandés Bernard Shaw. El juego, además de ser una actividad social y placentera, funciona como un calmante, una táctica para enfrentar el estrés cotidiano, adaptarse a los cambios y desarrollar la creatividad.
En la especie humana no solo los niños juegan, sino que también lo hacen los adultos, algo que no sucede en la mayoría de los mamíferos. Según investigadores de una universidad estadounidense, esta conducta podría tener una explicación evolutiva, ya que «la capacidad de jugar de un macho indicaría a la hembra que no es agresivo y que no dañará a su descendencia”.
En este estudio, mujeres de entre 18 y 26 años valoraron las características que más les atraían en el sexo contrario. En la primera posición de la lista se destacó el «sentido del humor». Los resultados confirmaron que la capacidad de jugar de los adultos «envía señales positivas a las potenciales parejas de larga duración».
Mujeres: ya lo saben. Déjenlos jugar tranquilos. Y preocúpense en cambio, si el hombre que tienen al lado es un aburrido. Es más, jugar es saludable para todos, así que súmense. Con la pareja, con los compañeros de trabajo, con los hijos, con el perro o con uno mismo. La invitación está hecha.
Jugar es una manifestación de la libertad. Alivia el estrés. Es una forma de diálogo directa con tus hijos (si los tenés). Jugar favorece el aprendizaje. Es un vehículo de socialización: jugando se conocen y se hacen amigos, en cualquier etapa de la vida. Jugar implica un esfuerzo físico y/o intelectual que contribuye a mantener el cuerpo y la mente en forma. Enseña actitudes de convivencia, como competir, ganar y perder. ¿Necesitás más razones que estas para jugar?
La vida es para disfrutarla, ¡que no se nos olvide!