La idea de conservar y añejar botellas en el fondo del mar, proviene de los hallazgos realizados en los distintos descubrimientos de embarcaciones hundidas alrededor del mundo hace cientos e incluso miles de años, dentro de las cuales se encontraban botellas o ánforas repletas de vino. Jacques Cousteau halló, junto con su equipo, un navío en el lecho del mar en las costas de Marsella, donde se encontraron más de mil ánforas con vino de la época romana, que soportaron el paso de aproximadamente 2.000 años. Y para sorpresa de todos, cuando los probaron, los vinos estaban bebibles.
En el fondo del mar el vino evoluciona más rápido y ofrece aromas secundarios y terciarios que predominan sobre los primarios, ofreciendo vinos frescos y jóvenes con un extraordinario punto de salinidad y bouquet mineral, con sabores intensos y notas distintas. Sus sabores serán más suaves y redondos, con mayor intensidad cromática y aromática.
Bodega Tapiz Mendoza-Río Negro (Argentina). Esta bodega mendocina es la primera de Argentina en añejar sus vinos en el mar. En febrero de este año sumergieron 300 botellas en Las Grutas (Río Negro), todas de Malbec cultivado en la finca San Javier de Río Negro, bajo la marca Wapisa (significa ballena en yamana, lengua de los aborígenes de Tierra del Fuego). De hecho, la etiqueta tiene el dibujo de una cola emergiendo del agua, como las de los cetáceos que, de julio a septiembre, suelen visitar Las Grutas para reproducirse.
Para crear su cava submarina en la patagonia atlántica, Tapiz realizó una alianza estratégica con la empresa de buceo Cota Cero, y en conjunto, diseñaron la forma de llevarlas.
«Para transportarlas y que quedaran estacionadas en el fondo se construyeron unos canastos de acero inoxidable. Además, los envases de estos vinos fueron especialmente diseñados. No tienen etiqueta papel, están pirograbadas (grabadas en el vidrio) y sus corchos, naturales y de alcornoque, están lacrados y sellados con una silicona especial. Todo eso garantiza que no haya afectación al medio ambiente marino. Porque toda la iniciativa contó con el respaldo de un estudio de impacto ambiental», explicó Claudio Barbieri, de Cota Cero al diario Río Negro. Las primeras botellas fueron descorchadas recientemente.
Bodega Viña Casanueva Cavas Submarinas (Chile). Esta bodega chilena madura su vino embotellado en el fondo del Pacífico (a 20 metros de profundidad) durante un período de un año para el tinto y de seis meses para el blanco.
El resultado sorprendió a los expertos: un excelente caldo al que llamaron Cavas Submarinas, con unas características peculiares: un mayor nivel carbónico y un interesante toque marino. Con la ayuda de un equipo de biólogos y enólogos, se analiza la evolución continua de los vinos, almacenados en módulos de envejecimiento controlado, y se realizan catas en las que se han obtenido importantes conclusiones.
Bodega Undersea en la Bahía de Cartagena (España). Propone almacenaje y envejecimiento de vinos en el lecho marino de la Bahía de Cartagena, apoyada con actividades deportivas de buceo, turismo enológico, gastronómico y de aventura.
Crusoe Treasure, Bahía de Plentzia (Bilbao, España). La bodega Crusoe Treasure, surge como iniciativa de acercamiento del mayor número de personas al entorno marino. Son la primera bodega submarina-arrecife artificial del mundo, con más de 10 años de experiencia en la investigación del vino submarino. En sus tours enoturísticos proponen catas comparativas del mismo vino atesorado en el mar con el que fue criado en la bodega. Se trata de vinos sumergidos a 15 metros de profundidad.
Bodegas Submarinas Vina Maris, Calpe (Alicante, España). Los dos vinos sumergidos en aguas del Mediterráneo provienen de viñedos situados del paraje Estrecho de Pipa en Villena. Para los más atrevidos, Vina Maris ofrece la oportunidad de explorar junto a los buzos la bodega submarina y abrir con su llave el cofre donde se encuentra la botella que degustará posteriormente en el barco. Unas 1.000 unidades fueron sumergidos a 30 metros de profundidad en jaulas de acero marino.
Bodega Palmera Castro y Magán (Canarias). La bodega se encuentra en las cuevas excavadas de la Montaña de Bellido y las cavas submarinas en puntos concretos del litoral oeste de la isla de la Palma a mar abierto. Vinos Tendal, en colaboración con el Club de Buceo Cueva Bonita, observaron que transcurridos los primeros seis meses de estancia de los vinos en el fondo marino, provocó el aumento de microorganismos y vida animal alrededor de las botellas que parecían actuar de guardería de las crías de diferentes peces. Hay que decir, que el material utilizado no contamina el medio marino. Las botellas son depositadas a 15 metros de profundidad y llegan a comercializar una media por año de 90.000 botellas.
Otras zonas vitivinícolas del mundo que se lanzaron a la guarda de vinos submarina son Estados Unidos con Mira Winery Ocena, Italia con Bisson Vini y Francia con Chateau Larrivet-Haut-Brion.
Valeria Mendez