Todo es imagen: los sueños, los pensamientos, los deseos, las palabras, los textos, los recuerdos. La realidad es el disfraz de nuestra imaginación. Lo que imaginamos queda resguardado en esa dimensión que sólo nos pertenece a cada uno de nosotros, en ese espacio sin forma ni tiempo que es exclusivamente nuestro y donde somos absolutamente libres; y que, aunque quisiéramos compartirlo, nunca será posible.
Pero esa dimensión no siempre es tan hermética, existe en ella un umbral que por momentos se abre, y cuando lo hace algo mágico sucede, porque algo de nosotros llega al otro y algo del otro, llega a nosotros. Por eso, de diferentes maneras, todos somos magos.
La magia de la artista Bettiana Castro Dottori se produce cuando, lápiz y pincel en mano, su umbral se abre y deja salir fragmentos de las imágenes que habitan su mente. Imágenes del tiempo y en el tiempo: recuerdos, juegos, viajes, caminos, encuentros y desencuentros, búsquedas, pérdidas, seres olvidados y por recordar, lugares; imágenes que se vuelven historias figuradas y coloreadas.
“Cerca de casa se encontraba la biblioteca nórdica LIBRO ALEGRE, ahí trabajé como voluntaria y entré en contacto nuevamente con olores de infancia, y se despertó en mí todo el deseo por manifestar lo que había silenciado por largo tiempo. De ahí que me aferre a la ilustración y no la he soltado”
Así es, la ilustración es el truco preferido de esta maga que nos sorprendió con su “número ilustrado”. Ella nos cuenta que cuando ingresó a la Facultad de Artes -con su experiencia de ilustradora innata que desde niña convertía todo en dibujo- tuvo su primera “bifurcación vocacional”. Pues el estilo de ilustración juvenil que ella adoraba no fue bien recibido en el ámbito académico de la facultad de artes, y fue entonces cuando eligió otro camino y se sumó, junto a unos amigos, a la corriente del arte conceptual y político.
El grupo que conformaron tiene nombre de cuento: “La araña galponera”. Y vale la pena contarles que esta araña ha tejido su tela sobre la escena del arte contemporáneo mendocino; produciendo significativas obras que atrapan nuestra mente en vuelo, cual mosca; y nos detienen frente a ellas, obligándonos a pensar, a reflexionar, acerca de nuestro mundo cotidiano y cercano.
Pasó así tres hermosos años de su vida y su carrera artística, pero sin embargo, aunque quería darlo todo, seguía sintiendo que su camino era otro. En el año 2009 viaja a Valparaíso, allí se enamora perdidamente de la ciudad, y de su compañero de vida actual.
Será ese reencuentro con el “país de las vacaciones” de su infancia, y con el amor, lo que cambiará su vida y su obra. Dejará Mendoza en el año 2010 tras obtener una beca en la Universidad Católica de Valparaíso; el amor por su pareja y su profesión harán de esa ciudad su actual hogar.
“Mis historias surgen de un Valparaíso “surreal”: su paisaje de construcciones que penden de un hilo, de escaleras que conducen a la nada, de enjambres de cables que año a año aumentan en cantidad y se transforman en lianas como parte del patrimonio; sus perros de la calle y su relación con los habitantes, sus gatos (de los cuales soy fanática); sus vendedores callejeros y sus ingenios de ventas; su contraste feroz de ingresos por capas sociales. Valparaíso es una ciudad donde la pobreza se hace visible, donde uno la palpa y la vive, donde el olor a pan se funde con olor a mar, a orina y alcohol. Aquí todo puede suceder, como en las historias”.
Y bueno, de ahí en más “todo es historias”, figuras, personajes, y colores. Con un toque mágico de amor se despertaron las imágenes dormidas de su mente y comenzaron a hacer de las suyas. Su imaginación, recuerdos, e inspiraciones habitaron papeles, muros, libros y otras mentes.
“De niña siempre creaba historias, algunas han quedado plasmadas en un papel otras solo ocurrieron a nivel de la imaginación .Cuando escribía las historias me encargaba de dibujarlas, tratando de plasmar todos los detalles de los personajes, y agregando algunos elementos que el texto obviaba. Recuerdo también que en casa, mi madre nos tenía la “Enciclopedia para los más pequeño”, y una serie de cuentos clásicos… no sé si los leí a todo pero sí recuerdo que desglosaba cada parte de la imagen como un universo por descubrir”
“Me inspira la gente que siempre ésta de buen humor, cualquier hecho es motivo para el festejo, para el chiste, para el baile, para el encuentro. Me inspiran los contrastes de cuerpos entre las mujeres voluptuosas porteñas y los hombres bajos y menuditos; la lluvia; mi gata Sushi; una buena obra de teatro. Me inspiran Quino, Isol, Carlos Nine, Anthony Browne, Kveta Pacovska´, Emily Cravett, Shan Tan, y muchos más!”
“Cuando tenía cerca de 5 años de edad la relación de mis padres pasó por momentos de mucha tensión, por tanto mi madre tuvo que ver la posibilidad de ampliar laboralmente sus horizontes. Decidió dejar de dar clases de forma dependiente para poner su propio Jardín Infantil en casa, orientando la enseña de los niños por medio del arte y el juego. Eran tiempos de mucha confusión y dolor, por un lado la separación de mi familia, y por el otro el goce de los juegos que empezaban a habitar e invadir mi casa, los olores a infancia, la abundancia de cuentos, cada detalle que adornaba la pared, todo era un deleite. Era como si mi casa se hubiese convertido en un escenario irreal para mitigar el dolor de la realidad”
Y claro, en los cuentos no todo es “color de rosa”, pero los finales siempre son felices.
¡Gracias Bettiana por hacer del arte un eterno final feliz!
El umbral está abierto para disfrutar toda su obra: http://bettscastro.blogspot.com.ar/
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