Gustavo Migliavacca y Luis Valdez son dos tipos que adoran las motos y como en Overhaulin’ o El dúo mecánico del canal Discovery, se encargan de comprar viejas joyas en desuso, restaurarlas, ponerlas a punto y venderlas con un importante valor agregado en su Diavolo Macchine Motocicli Shop.
Su leit motiv es la estética del Cafe Racer (carreras entre café y café), siguiendo líneas como las Scrambler, Street Tracker y Brat Style. La movida surge en los años 40 entre los rockers ingleses que desarmaban las motos utilizadas en la guerra y las hacían más rápidas, personalizándolas con cambios en los carenados, las estriberas y los escapes. Las alivianaban para ir más rápido, haciendo carreras entre café y café. Este estilo de motos es retomado en 2010 por los jóvenes ingleses y neoyorquinos. En Mendoza la moda cristaliza en 2013 de la mano de Gustavo y Luis.
Gustavo, después de ser gerente de Meschini durante 20 años, decidió abrir su taller de restauración de motos e instalarse con un local en Chacras de Coria. Los socios compran motos inglesas, alemanas, japonesas o italianas, que tienen más de 40 años. Las desarman enteras y retocan hasta el último tornillo. Sin piedad descartan todo lo que no es confortable y estéticamente atractivo. En el taller, viejos asientos de BMW, carenados y logos que serían la perdición de coleccionistas y anticuarios, se apilan en desuso.
«Los que entienden de motos no se preocupan por estas cosas, los que no saben nada se fascinan con los cartelitos de las marcas», cuenta Gustavo y asegura que tienen que guiar a los clientes en la definición de qué tipo de moto quieren.
El trabajo es absolutamente artesanal, hay piezas que se hacen de nuevo con torneros y una moto puede demorar hasta 6 meses en quedar terminada. Luego las vienen a buscar de Buenos Aires, «el 80% de nuestros clientes están fuera de Mendoza y los que están acá vienen de Chacras y de Dalvian», cuentan los socios.
En el taller una Guzzi italiana está en terapia intensiva. Su cuadro rojo es el esqueleto que será restaurado. El ayudante, Adrián, mete mano y sigue las instrucciones de Gustavo, quien desde su juventud es fanático de las motos Harley. Luis Valdez asegura que desde el año 1989 no se bajó nunca más de su Harley: forma parte del club de harlistas que hoy reúne a más de 500 fanáticos de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Perú y Brasil.
Las motos que restauran Gustavo y Luis son solicitadas para eventos como el Distinguished Gentleman’s Ride, un encuentro que nació en Australia pero se hace en todo el mundo al mismo tiempo para recaudar fondos para el cáncer de próstata. Durante el evento los motociclistas se visten con trajes antiguos a lo gentleman. «Nos piden nuestras motos para exhibirlas porque el trabajo que hacemos está muy bien valorado en todo el país», cuenta Gustavo.
El revival del Cafe Racer, impuesta por actores como Brad Pitt –quien causa sensación en New York cuando circula en su CX500–, moviliza hoy a jóvenes que quieren emular a sus ídolos. «Los pibes están todos a full, sus padres son de las Harley y ellos prefieren la estética del Cafe Racer», dice Luis. También hay chicas que se suben a la moto, de hecho en Diavolo Macchine están restaurando una vieja Honda Dax de los 80 a la que se subirá una señorita de 24 años.
El dúo de restauradores lleva unas 20 motos desarmadas, reparadas y «customizadas» que se han vendido mayoritariamente en Buenos Aires. A su trabajo lo están filmando desde la productora Puerta Amarilla para un reality que, bajo el nombre de Motos viejas, será emitido en canales como Discovery. Por lo pronto los interesados pueden acercarse al centro comercial La Bonita, en Chacras de Coria donde cuatro o cinco máquinas están a punto para salir a la ruta.
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