Hace más de una década, padre e hija iniciaron el proyecto del Parque de las Artes; una reserva cultural y museo a cielo abierto ubicado en el valle de San Alberto, en Uspallata. Allí exponen sus obras las cuales se completan con la propia naturaleza del lugar y la interacción de los visitantes. La novedad es que la Consultora de Turismo Cecilia Weiner ha creado un programa con traslados desde la Ciudad de Mendoza hasta Uspallata para apreciar las obras de arte durante el crepúsculo. La experiencia incluye una degustación y un brindis.
Las 23 hectáreas de Fausto y Yamila Marañón te invitan a desconectarte de la rutina diaria y entrar a un mundo distinto, mágico, en el que se despiertan todos los sentidos con las increíbles montañas, los cielos limpios, el aroma a jarilla, las distintas piedras que delimitan los senderos de tránsito y la gastronomía andina dispuesta para acompañar los atardeceres imponentes.
A través de los cinco senderos se vive una experiencia única e innovadora, ellos conducen a recorrer esculturas monumentales y laberintos artísticos que vinculan el paisaje, conjugan el sol, la luna, las estaciones del año, la flora y la fauna andina. Están posicionadas hacia los cerros, el solsticio de verano y el de invierno.
Antes de comenzar con el recorrido guiado por el parque, Yamila cuenta que empezaron con una escultura y el predio virgen «siempre respetando este espacio natural en este valle especial. Las fuentes naturales están muy relacionadas a la cultura andina porque creo que ellos se inspiraron en los mismos cielos, en las mismas montañas, y todo nos llega cuando el artista es sensible y tiene apertura. Desde esa dinámica es la conexión que tenemos con las antiguas civilizaciones que habitaron este lugar».
Hoy la colección es de más de 20 obras y la mitad son monumentales; «fue todo un desafío el generar esculturas e instalaciones que tengan resistencia a vientos de 160 km por hora, de ver las dilataciones de los materiales a -20°. Fuimos probando materiales y encontramos que la cerámica, la piedra, el cemento y el metal, por ejemplo, son resistentes a estas inclemencias».
Con calzado cómodo empezamos a transitar el primer sendero que nos lleva a «Lybrys, el laberinto de la luna», de 2.500 m2, realizado por la artista con 23 camionadas de piedras de Uspallata. «Me encontré en un despojo absoluto de materiales y surgió, como surgen las obras para mí, como una inspiración natural, haciendo uso del sentir, la piedra. Empecé a diseñar esto de poder ingresar a una obra, no solo verla terminada sino que uno pueda decidir su camino una vez adentro, que uno se sienta contenido y vaya creando su propio destino».
Luego encontramos el «Espejo, el laberinto del cielo en la tierra» que son tres cuadrados, uno adentro del otro, con dos ingresos distintos para que uno elija y pueda llegar al centro y ver lo que demuestra la plataforma con reflejo. «Da la sensación de estar en el cielo».
Al tomar el sendero número dos, llegamos a «Xumec, el laberinto del sol» que, al igual que los otros dos, tiene como objetivo ir hacia el centro para así representar lo que es la vida misma de resolver situaciones para llegar a donde queremos. Es el más grande y la escultora lo gestó en 9 meses.
Seguimos por el «Mirador de la luna de otoño», una formación de cerámica realizada por Fausto con una columna que empieza a cubrir la luna cuando sale y cuando se posiciona en su punto máximo queda justo en el medio del círculo. Vamos hacia «La cruz del sur», «El cardón», «El abrazo» y «Águila del sol y la luna», quizá la escultura más alta con unos 5 metros de alto; es mármol reconstituido y lleva a los dos grandes guardianes, el águila que custodia nuestros cielos y la serpiente que es la madre de la tierra. Esta obra representa la conexión del cielo y la tierra, del sol y la luna.
El tercer sendero direcciona hacia obras de Marañón padre: «Sol fundacional», posicionada a la salida del sol del solsticio de invierno; y «Puerto de las estrellas», emplazada en dirección a la salida lunar.
Seguimos caminando y llegamos a «Madre tierra», «Momia del cerro Negro», «Metamorfósis» y «Mirador del sol», el cual muestra la representación de los cuatro elementos.
Y el último sendero nos invita a contemplar a «Rankó», del artista Kardo Kosta, y al «Bosque circular», el cual se plantó recreando cuatro anillos de árboles de diferentes especies; es una obra enmarcada dentro de la corriente del Land Art, es decir, arte en la naturaleza.
«Estas obras no pueden estar dentro de un espacio convencional de exposición ni quedar armadas en reservas naturales por algunas semanas; para logralas hay grandes montajes y producciones en talleres que luego se trasladan y emplazan en el lugar».
El recorrido guiado culmina con un brindis junto a los creadores artísticos del Parque de las Artes, y una degustación de sabores en plena coherencia con la sustentabilidad y la armonía de los sentidos. El sol se esconde y las estrellas vuelven a dibujar el hermoso cielo de Uspallata.
Si estás interesado en hacer la excursión, podés comunicarte con la empresa Sars Turismo, operadora de esta fascinante experiencia creada por Cecilia Weiner, Consultora de Turismo. Tienen tres salidas semanales.