Francisco y Federico de la Reta, Franco Yannelli, Rodrigo Guardia e Ignacio Tato Vargas son los cinco socios de la firma Alfoz, emprendedores natos que revolucionaron la movida mendocina con bares como Taverna, Barijho y el codiciado restaurante El Mercadito. Con su último empredimiento, los vinos Maleante, superaron sus propias expectativas y pasaron de producir 5.000 botellas a 50.000, en tan sólo tres años. ¿La clave de tantos éxitos? Aprender de importantes fracasos y reinventarse continuamente.
¿Cómo llegaron a este lugar? Primero fue Primerísimo, en la calle Colón, una franquicia en la que se iniciaron Federico y Tato. Después de un tiempo bregando para salir adelante Primerísimo fue un fracaso que los llevó como último intento a crear El Mercadito de la calle Arístides.
Franco –sin conocerlos– también tenía su Coffee Shop, una especie de Starbucks en la calle Colón. Otro negocio que no funcionó y que hoy los lleva a pensar que el perfil del cliente de la calle Colón no es justamente el que buscaban ellos. «La Colón se quedó en los ’90», dicen.
Curiosamente, a unas cuadras más arriba, pasando la calle Belgrano, la cosa cambia. «En la Arístides hay otro público, hay onda, de hecho nos fue muy bien con El Mercadito, ahí empezamos», cuentan los fundadores.
Con el tiempo se asociaron con Franco Yannelli, quien venía de su decepción con Coffe Shop y de un buen intento con Bikini, un bar de montaña que tuvo su trascendencia pero que «fue muy costoso y difícil de mantener por la lejanía». Luego se asociaron con Rodrigo Guardia, dueño de Go Bar (otro gran éxito) y se sumó también Federico de la Reta.
Los cinco alquilaron el predio de la antigua bodega La Misión en Chacras de Coria y cambiaron la historia de bares y antros. Abrieron una sucursal de El Mercadito con un deck envidiable, después vino Velvet (un templo para bailar en pleno Chacras que fue clausurado por ruidos molestos). Entonces los chicos crearon Barijho. En los jardines de la ex bodega, se inauguró el primer beer hall (patio cervecero) de Mendoza y –según dicen– del país.
La idea de compartir mesas y poner en práctica el autoservicio sorprendió gratamente al target de 20 a 35 años. Tras el rotundo éxito replicaron el concepto en un beer hall de invierno y nació Taverna, el lugar que los cinco fundaron en el espacio de Velvet.
[divider]Los iniciadores[/divider]
Lo cierto es que en poco tiempo Mendoza se fue plagando de patios cerveceros y nuestros creativos socios, lejos de enfadarse tomaron la posta para reinventarse. Ahora Taverna gana terreno como bar cultural. Los martes stand up, miércoles y jueves ciclos de bandas, sábados cocktelería y los domingos cine: «Queremos darles contenido cultural, además de que vengan a tomarse un trago».
«Tuvimos que mutar, fuimos los primeros pero ahora hay muchos haciendo lo mismo», dicen. «Siempre estamos tratando de reinventarnos, ahora le toca el turno al Mercadito, en breve tendrán novedades», anticipan.
Contentos pero ansioso por nuevos desafíos adrenalínicos crearon Maleante, el vino estrella que hoy se promociona en la vía pública con una campaña genial. Ideado por Franco Yannelli, Maleante nació para ser buscado y nada menos que el dúo Ficcardi-Boldrini para diseñar una etiqueta con la cara del forajido que se escapó de un western. La agencia Red Box se encargó entonces de armar una campaña incógnita. Ahora una nueva campaña bajo el lema «Elegí tu propia aventura», sitúa al Maleante en escenarios retro-futuristas: la luna, el fondo del mar, las pirámides egipcias. La agencia responsable esta vez es El Barco.
Trabajan en equipo, se llevan de maravillas y además cada uno tiene sus propios negocios. Franco es dueño de Jagger y Nikki y Rodrigo lleva adelante Go Bar.
[divider]Lo que se viene[/divider]
¿La última idea? Reflotar la antigua cava, esta vez como Bodega Maleante en cuyas barricas se guardará el vino, y crearán un circuito de turismo unido a Taverna y al Mercadito.
¿Qué le dirían a los chicos más jóvenes? «No todo lo que brilla es oro, detrás del negocio exitoso hay muchos problemas y no es tan fácil como parece. El fracaso es un tabú, como si no hubiera que fracasar, y en realidad el fracaso te enseña, aprendés más de ellos que de los éxitos».