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Monsalvo: mobiliario con identidad, juego y geometría made in Mendoza

Conversamos con Milton Monsalvo, el artista detrás de la marca que desafía la idea de que lo práctico no puede ser bello. Una demostración de arte, intuición y oficio que se mezclan para dar forma a colecciones que elevan lo cotidiano.

En el showroom de Monsalvo todo parece ser diseñado para durar y, al mismo tiempo, sorprender. Su reciente colección, llamada Platónica, es un universo geométrico y sensorial: cada silla, mesa o lámpara busca que lo cotidiano se vuelva especial. “La experiencia de comprar un mueble que te acompañe muchos años no es lo mismo que verlo por internet. Tenés que tocarlo, probarlo, sentirlo”, explica Milton.

Artista multifacético, Milton creció en una familia atravesada por el arte; y él, entre música y arquitectura desde chico. “Siempre quise estudiar arquitectura, me flasheaba mucho. También la música me llamaba: tuve y sigo teniendo proyectos. Me gusta hacer lo que me atrae en el momento”, remarca.

Monsalvo: una marca con identidad y oficio

La marca nace de esa inquietud permanente: Monsalvo es ver al oficio renacer de una manera lúdica, despojada, lejos de la idea de corporación. Se trata de colecciones, como drops de ropa, pero en las que la personalidad y la identidad son lo que brillan. Lo cotidiano es importante porque influye en cómo nos sentimos”.

El arquitecto busca que cada pieza dialogue con quien la habita. La inspiración le llega viajando, escuchando música, compartiendo ideas: “La curiosidad es un gran pilar. Convivo con el error, creo que es humano. Me divierto, me permito improvisar, pero siempre con respaldo de investigación.

En la Colección Platónica ese juego se traduce en geometría pura: cuadrados, triángulos, círculos, líneas y puntos. “Cada mueble tiene algún guiño a esas figuras. Por ejemplo, la silla: la veas de frente, de arriba o de costado, siempre responde a un sólido platónico”.

Los materiales nobles son parte esencial de su propuesta: madera, hierro, concreto, piedra. Busco que envejezcan bien, que al tocarlos sientas su solidez”. Y sueña con incorporar mármol y totora en futuros proyectos.

Belleza vs. función: un diálogo necesario

Las piezas de Monsalvo no buscan ser perfectas ni exclusivamente cómodas. “Tal vez no estás ocho horas en una de mis sillas, pero sabés que no fue hecha para eso. Prefiero lo discutible antes que lo perfecto. Lo mejor es cuando hay un diálogo con los objetos.

Lo que lo motiva no es solo la estética, sino la identidad y la emoción que cada mueble despierta en un espacio. “La idea es que los muebles resalten, ya sea con sus formas, sus diseños o sus colores”.

Desde Mendoza, Milton se siente parte de una escena de diseño en expansión: “Es un lugar increíble, aunque a veces todo llega tarde. Lo bueno es que estamos generando espacios colaborativos, nos compartimos procesos, recetas, nos inspiramos entre nosotros”.

¿El futuro? Sueña con expandir Monsalvo a cada detalle del que requiere la arquitectura, experimentar con técnicas como la tapia. Y si pudiese crear algo de cero sin limitaciones, diseñaría un hotel en la montaña donde cada temporada un creador diferente le dé forma al espacio. “Una cajita que te proponga vivir esas locuras”, cierra.

En definitiva, Monsalvo no es solo una marca de muebles: es una invitación a mirar distinto lo cotidiano y a animarse a crear desde Mendoza. La fuerza de su propuesta está en abrir caminos, en mostrar que con identidad, materiales nobles y juego también se construye escena. Porque al final, generar estos espacios y creaciones no es un gesto aislado, sino parte de un movimiento colectivo que sigue poniendo al diseño mendocino en el mapa.

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