La sommelier Candela Pascuarella Leiza te deja recomendaciones de etiquetas de este varietal para honrar su día de la mejor manera: bebiendo.

Cada 18 de agosto se celebra el Día Internacional del Pinot Noir, una cepa originaria de Borgoña, en Francia. Su nombre proviene del francés “pine” (piña) y “noir” (negro), en referencia a los racimos apretados y cónicos que recuerdan a una piña.
Para conocer más de su expresión en Mendoza, hablamos con la sommelier Candela Pascuarella Leiza: «Entre todas las cepas que tenemos en Mendoza, hay una que me acompaña siempre: el Pinot Noir. Es, sin dudas, el vino que más tomo. Me gusta porque es desafiante en todo sentido: difícil de cultivar, exigente en bodega y complejo de entender al beberlo. Cada copa es distinta, siempre tiene algo nuevo para mostrar».
5 Pinot Noir para probar en su día
El Pinot mendocino, explica Candela, suele ser fresco y vibrante, con fruta roja, fineza y versatilidad. «Es un vino que podés tomar mientras cocinás, en una entrada, de día en verano o de noche en pleno invierno. Para mí, es un compañero ideal, más allá de la comida con la que lo sirvas. Si tuviera que resumir por qué lo elijo, diría que es porque sirve para todo momento». Con esa premisa en mente, la joven sommelier nos recomienda cinco etiquetas mendocinas para celebrar este día.
1- Colores Pinot Noir de Bodega Flor Silvestre

Este Pinot Noir forma parte de la línea Colores de Bodega Flor Silvestre, concebida como un manifiesto de rebeldía frente a lo establecido. Son vinos definidos por la Bodega como auténticos, crudos, sin maquillaje, que expresan lo que la tierra quiere contar. Detrás de esta etiqueta están Santiago y Agustín Balestra Zingaretti, cuarta generación de una familia de agricultores de Tupungato: un arquitecto y un ingeniero agrónomo que decidieron quedarse en su tierra para fusionar ciencia y arte en cada botella.
«Es un vino que me gusta especialmente porque es natural, sin intervenciones artificiales. Criado en huevos de concreto, tiene notas minerales que lo hacen único. Su terroir, rodeado por el río, le aporta frescura, fruta roja vibrante y mucha personalidad», explica Candela Pascuarella.
En este caso, el maridaje sugerido por la sommelier es una tabla de quesos semiblandos y charcutería artesanal: «la frescura del vino limpia el paladar y resalta la untuosidad de los quesos».
2- Mara de Uco Pinot Noir

Producido por Bodega Mara, proyecto de Ernesto Catena, este vino nace como una propuesta sustentable que busca honrar tanto al terroir como a la fauna que lo habita. La mara, un animal típico de la estepa mendocina y patagónica, es quien inspira el espíritu de la bodega. Elaborado exclusivamente con uvas de zonas frías, este Pinot Noir combina precisión y frescura: aromas frutales, notas herbáceas y un equilibrio que invita a soñar con el terroir andino.
«Este Pinot de Gualtallary es intenso y con carácter. Se nota la fruta roja madura, flores, especias y una marcada mineralidad típica de los suelos calcáreos. En boca, además, aparece uno de los descriptores que para mí son clásicos de este varietal: la tierra mojada y el sotobosque, que le dan un perfil profundo y muy atractivo. Es un vino elegante y persistente, que representa muy bien la fuerza del Valle de Uco», describe la sommelier.
Candela sugiere beber este vino con un risotto de hongos de pino, bien cremoso. «La acidez del vino equilibra la textura del plato y resalta sus notas terrosas».
3- Laureano Gómez Pinot Noir Reserva

En el corazón de Tunuyán, Bodega Laureano Gómez es un proyecto familiar que lleva el sello personal de su enólogo. Cada vino nace con un enfoque de autor, donde la precisión, la elegancia y la identidad del Valle de Uco se expresan sin problemas.
«Tiene notas de frutilla madura, cereza ácida y un toque especiado. Algo que valoro mucho: si bien no me gusta cuando el Pinot tiene demasiada madera, este es un ejemplo de la madera justa. Acompaña sin tapar la fruta, sumando estructura y equilibrio».
Una buena opción para acompañar una humita en chala con queso de cabra mendocino. Un plato regional que encuentra en la frescura del vino el aliado perfecto.
4- Doña Paula Estate Pinot Noir

Fundada en 1997, Doña Paula es una bodega productora de vinos de alta gama de Mendoza. Esta etiqueta proviene de Finca Alluvia, en Gualtallary, a 1.350 metros sobre el nivel del mar. Allí, los viñedos se asientan sobre un colchón de piedras y calcáreo en la confluencia de arroyos secos, lo que les aporta frescura y una mineralidad muy marcada.
«Un clásico mendocino que nunca falla. Me gusta porque, a pesar de tener nueve meses de paso por madera, conserva muy bien los descriptores primarios: cereza, frutilla, flores frescas. En boca es suave, equilibrado y fácil de tomar», dice la sommelier.
¿El maridaje ideal para Candela? Un buen risotto de remolacha, ya que «la dulzura natural del plato se combina con la frescura frutal del vino en un maridaje diferente y elegante».
5- En Vivo Pinot Noir de Casa Tano

Casa Tano es un proyecto que concibe al vino como una expresión fiel del lugar. Su filosofía es clara: no imponerse sobre la uva, sino dejar que el paisaje haga su trabajo. Por eso elaboran con mínima intervención, realizan fermentaciones con levaduras indígenas y cosechas tempranas que buscan respetar al máximo la identidad del viñedo. En este caso el resultado es un Pinot de gran personalidad.
«Un vino buenísimo, con aromas de frutos rojos, rosas secas y un toque especiado. Es fresco, versátil y muy disfrutable. Pero además del vino en sí, me atrae mucho el proyecto artesanal de los enólogos, que trabajan con un enfoque humano y cercano, respetando el terroir», destaca Candela.
En este caso, esta etiqueta va con un salmón grillado con hierbas frescas, un plato sabroso que realza la frescura del vino y deja brillar toda su elegancia.
Sobre Candela Pascuarella Leiza, sommelier

La joven sommelier tiene 28 años y es oriunda de Rosario. Tras varios años de viajes por el mundo, eligió Mendoza como lugar para profundizar en el universo del vino. Actualmente se desempeña como sommelier para los vinos de Ernesto Catena y Joanna Foster en Animal House, en Chacras de Coria. También colabora en catas y degustaciones en vinotecas, mientras da forma a un proyecto de podcast dedicado al vino y otras bebidas.
Además, busca fusionar sus dos grandes pasiones: el arte y el vino. En sus talleres conecta ambas disciplinas y, dentro del arte, encuentra en la fotografía y el bordado a mano un espacio de expresión personal que comparte en encuentros creativos.





