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Riveira: identidad gastronómica hecha tela

Lo que viste el equipo también cuenta una historia. Con diseños pensados para cada restaurante, esta marca local transforma delantales y chaquetas en piezas con alma. Funcionalidad, detalle y estilo, en manos de una dupla madre e hija que teje oficio, sensibilidad y raíces.

Hay detalles que no se notan pero que se sienten. Cuando un mozo llega a la mesa con un delantal de algodón con tiras cruzadas en la espalda o una chaqueta que combina con la carta y la estética del local, algo hace clic. No es solo la comida, no es solo el espacio: es la armonía de una experiencia bien pensada, una vivencia global para los sentidos. 

En ese universo sensorial donde el gusto se encuentra con la mirada, también entra en juego lo que viste el equipo que cocina, que atiende y que recibe. Y ahí aparece Riveira, una marca mendocina que convierte uniformes gastronómicos en piezas que visten de identidad a restaurantes, cafés, barras de autor y demás.

Sus uniformes se lucen en Azafrán, Cundo de Bodega Altavista, Casa de Uco, Quimera, Bigalia, Nube (el restaurante de Entre Cielos), Dux y Auténtico, entre otros. También llegan a Neuquén, Santiago del Estero y Buenos Aires, de hecho, los chicos de Mad Pasta llevan sus uniformes con el sello de Riveira.

Un oficio que se hereda, una pasión que se reinventa

Detrás de cada prenda hay una historia tejida con hilos familiares. Carla Riveira y su madre Olga Calabrigo crearon este proyecto como una continuación natural de lo que vivieron desde chicas. “Venimos de una familia de mujeres costureras. Desde la madrina de mi mamá que era modista de alta costura y luego ella que estudió corte y confección pero que nunca se dedicó oficialmente. Cuando tuvimos que reponer los uniformes del restaurante Auténtico, me encontré con una realidad de tiempos y precios que no eran compatibles. Así que propuse que los hiciéramos nosotras”, relata la creadora y emprendedora que forma parte del restaurante ubicado en la calle Sarmiento. 

Así, lo que nació como una solución puntual, “como para salir del paso” se convirtió en un negocio en expansión. “Estando de viaje, me di cuenta de que seguramente a más gente del rubro tendría el mismo problema de la reposición de los uniformes y ahí todo se unió y funcionó”, comparte la abogada de profesión quien confiesa: “Creo que si existiera una licenciatura en solución de problemas, ese título me quedaría mejor”.

Así empezó Riveira, con telas encargadas a proveedores por teléfono desde Europa, con patrones diseñados en Mendoza y una dupla madre-hija trabajando codo a codo tanto en el diseño, como en el taller de confección, yendo a las pruebas y a las entrega del producto terminado. Su presentación formal y pública fue en un stand el primer Bocas Abiertas realizado en Mendoza.

Hoy el equipo está conformado íntegramente por mujeres, Olga dejó su trabajo anterior y Carla reparte su tiempo entre expedientes y telas, aunque reconoce que “lo creativo es lo que me permite sobrevivir anímicamente”. Y ahora no son solo dos, hay más integrantes en este equipo que piensa 100% en la funcionalidad de las prendas y en la comodidad y estilo de quien las use.

El uniforme como parte de la experiencia

En Riveira se crean piezas que hablen de lo que ese restaurante quiere decir. Que sumen al clima del lugar, que refuercen el concepto, que completen la escena. Así como cada local tiene una carta pensada, una vajilla elegida y una paleta de colores definida, los uniformes también comunican. 

«La bajada de línea de la marca es ‘identidad hecha tela’. No es lo mismo un restaurante en una bodega que uno en el centro. Entonces, buscamos géneros más fluidos o más estructurados, colores que representen a nuestro cliente, bordados que personalicen la prenda y hablen del espíritu del restaurante”, explica. 

Las texturas y la calidad de la tela siempre van a estar presentes en sus diseños; la marca tiene un catálogo amplio con chaquetas, delanteros, pantalones, faldones, camisolas, chalecos, todo pensado para distintos puestos y espacios; «a mi me apasiona el diseño de indumentaria y fui armando las prendas y mi mamá es quien confecciona los moldes”, agrega la joven de 34 años que, a la vez, asesora a sus clientes cuando ya vienen con sus propias propuestas de uniformes; en conjunto ajustan los modelos y crean piezas lo más personalizadas posibles.

«Tenemos una tabla de talles propia muy amplia, que va desde el triple XS hasta el sextuple XL, y pedimos medidas específicas para que las personas puedan elegir cómodamente lo que van a usar. No son uniformes a medida sino que confeccionamos prendas funcionales”, suma.

Mucho más que ropa de trabajo

Detrás de Riveira hay una filosofía: el uniforme no es una prenda neutra sino una forma de expresión. Un recurso visual que comunica sin palabras y acompaña cada servicio. «El uniforme tiene muchas más aristas de lo que uno se imagina: debe ser cómodo, fresco, seguro, con bolsillos acordes al puesto. Hay gente que lo usa más de 10 horas al día», explica Carla. Y agrega: «Como soy parte del rubro gastronómico tengo la ventaja de saber qué sumarle o quitarle al diseño».

Las telas que usan son de primera calidad, con proveedores que permiten garantizar siempre la reposición. «El concepto es entregar una prenda totalmente terminada, funcional y de calidad, que represente al lugar y que tenga durabilidad», apunta.

Hoy, Riveira avanza sumando productos como remeras, buzos o gorras, siempre con pasos seguros y manteniendo su esencia. “Somos una marca de indumentaria gastronómica que confecciona sus propias prendas. Somos taller y venta al público al mismo tiempo. Hacemos diseño, pero también asesoramos, charlamos con quienes nos eligen, y eso marca la diferencia”.

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