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El fuego de Liliana Bodoc

La escritora Liliana Bodoc presentará el viernes en la Semana de las Letras su último libro, Tiempo de dragones. Antes de ello, nos cuenta sobre esta novela que la regresa a los mundos fantásticos que la convirtieron en la «Tolkien argentina» con La saga de los Confines

Son 17 monjes y van a morir cuando despunte el día. Lo saben y también que nada pueden hacer por retrasar esa muerte. Así que, ya que es imposible cambiar ese futuro contado en horas, deciden cambiar el que va a contarse en años o en siglos. Y, para hacerlo, usan la mejor de las armas: la ficción. Inventan una profecía, con fervor y dudas, pero también con firmeza. Tanta, que lo consiguen: logran que ese producto de la invención se confunda con el de lo verdaderamente sucedido.

La ficción también trastocó una vez el ámbito de lo real en la vida de Liliana Bodoc. Cuando la escritora mendocina publicó su primera novela, Los días del Venado (parte de su Saga de los Confines), esa ficción –que combinaba el pulso épico de un Tolkien con el sabor en la boca del terruño latinoamericano– la mostró como lo que era: una narradora exquisita. Y su ficción le trajo una realidad: pudo al fin dedicarse a la literatura en tiempo completo, y convertirse en una de las autoras más leídas y admiradas de la Argentina.

Hoy, una docena de libros y años más tarde, Bodoc ha vuelto al género con Tiempo de dragones: la profecía imperfecta, el inicio de una nueva saga que esta vez tendrá su correlato cinematográfico y el alimento visual de la imaginería del artista Ciruelo. Con esta novedad bibliográfica, llegará a la Semana de las Letras 2015 de Godoy Cruz, muestra que comienza hoy y en la que se presentará el viernes a las 20.30, en el auditorio B+M (Tomba 54, Godoy Cruz).

Antes de ello, la autora le cuenta a InMendoza sobre este libro y los que lo precedieron.

 

–Tiempo de dragones nació como un guion cinematográfico. ¿Cómo fue ese proceso?

–Antes que nada un «¡Ay!» para dar cuenta de lo complejo que fue, para mí, este proceso. Un desafío colmado de aprendizajes. En efecto, Tiempo de dragones comenzó como guion cinematográfico, pero casi enseguida la historia reclamó espacio. Así se transformó en una novela. O mejor, en una saga. Con seguridad, muchas de las cosas que aparecieron en la escritura de la novela van a pasar al guion. Y creo que eso va a ser bueno. Por mi parte, agradezco al equipo la paciencia para esperar un tiempo bastante más largo de lo que se estimó al comienzo. ¡En eso me parezco a los albañiles!

–¿Qué sentís al saber que eso que salió de un papel se convertirá en una película dirigida por Diego Helman?

– El mundo de la producción cinematográfica me resulta totalmente extraño. La posibilidad de pasar al registro del cine un relato escrito me provoca una intensa emoción. El cine me deslumbra siempre: la economía de la imagen, la fuerza del instante, ¡ese modo de crear en un segundo lo que a un escritor le cuesta páginas enteras! Por primera vez mi narrativa está cerca de la pantalla.

–¿Sentías una demanda de algunos lectores por regresar a esos mundos a la escala de los que ofreciste en la Saga de los Confines?

– A ver… Hay lectores que demandan más saga de Los Confines. Y tal vez lo sigan haciendo. Y yo se los agradezco con todo el corazón. No sé si este nuevo mundo logrará el desapego. Volví a una saga fantástica con alegría, y con cierto temor ante la necesidad de recrear otro imaginario. Pero una vez que empecé a caminar por las calles de Oras Viitor, una vez que aprendí a conversar con Mare Limba, la hechicera, volví a sentirme en casa.

–En Tiempo de dragones: la profecía imperfecta los dragones tienen una presencia fulgurante, pero aún no los vemos desplegar su poderío…

– Tal cual, los dragones son una presencia decisiva para el desarrollo de la trama sin embargo no están presentes de un modo contundente Y eso va a cambiar apenas. Trato a los dragones con extremo respeto porque creo que, grandes como son, pueden destruir un verosímil con un solo aleteo. Así que pretendo ser cautelosa con sus apariciones. Me gustan como horizonte, como mar de fondo, como amenaza, como esperanza, como símbolos…

–Estás conduciendo en canal Encuentro el programa Los confines de la palabra, ¿cómo te sentís en ese ámbito?

– El programa serán cuatro episodios. Está sostenido en algunos de los temas que son reincidentes en mi escritura: la poesía, la libertad, la muerte y la memoria. En cada programa habrá invitados que expondrán sus puntos de vista y sus experiencias sobre estos asuntos. El abordaje no es académico sino experiencial y se propone un acercamiento a los aspectos internos y afectivos de la creación artística. ¿Cómo me siento? Rara. Imposible desconocer que no es lugar de comodidad para mí; y que verme y escucharme me resulta duro. Me conformo pensando que va a ser parecido a cualquiera de mis encuentros con lectores: sencillo y familiar.


–A casi 15 años de la publicación de Los días del Venado, ¿cómo ves desde la mirada actual esa novela y cómo narrás todo lo que viviste hasta hoy gracias a ella?

–Claro que yo no me releo. Pero no necesito hacerlo para saber que hoy, Los días del Venado sería otra novela, otra escritura. Tal vez un poco más despojada, y un poquito más escéptica. Lo cierto, sin embargo, es que si no la hubiese escrito entonces no estaría hoy respondiendo esta pregunta. Quince años ya, y todavía está viva. ¿Qué más puedo pedir? Desde ese momento hasta hoy mi vida cambió en los aspectos formales, en la agenda, mi corazón se llenó de gente. Agradezco cada uno de esos instantes, de esas lecturas. Agradezco la enorme posibilidad de ganarme la vida escribiendo. A cambio, cuando hago el intento de hablar con Dios, me comprometo con la honradez y la pasión.

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