Elma Bertona invita a mirar más allá de la superficie. Cada rostro, cada trazo y cada textura son una búsqueda de lo invisible: el espíritu que habita en lo humano y se revela a través de la mirada.
Su obra, trabajada principalmente con óleo y espátula, se caracteriza por la carga matérica y las texturas que otorgan a cada lienzo una presencia casi escultórica .
A lo largo de su trayectoria, los rostros y, en particular, las miradas han sido protagonistas, entendiendo a los ojos como verdaderas ventanas del alma. En los últimos años, ha ampliado su universo hacia una figuración más abstracta, siempre manteniendo la búsqueda de transmitir espíritu.
Para Bertona, el arte es más que un oficio: es identidad, refugio y una forma distinta de comprender el mundo. Cada cuadro nace del juego con la luz, el color y las proporciones, y se entrega al espectador con el deseo de que lo conmueva y lo movilice, –porque como decía su maestro– una vez terminado, el arte ya no le pertenece, pasa a ser del mundo.
