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Ropa vintage: Autenticidad y consciencia de lo genuino

Emilia Pereyra nos cuenta sobre su vorágine de trabajo dentro del mundo de la ropa vintage y cómo logró coherencia y filosofía de vida con su emprendimiento La Mono Shop Vintage.

Emilia Pereyra, mendocina de 32 años, comparte el propósito que le otorga a su vida y cómo esa ideología plasmada en la consciencia, se expande inevitablemente a su emprendimiento. La joven se hamacó en la incertidumbre por distintos escenarios que le presentó la vida, hasta que por fin una intuición cristalina la depositó dócilmente y con sabiduría en el mundo de la ropa vintage.

«Elegí consumir responsablemente ropa de calidad, creando mi propio estilo» –dice Emilia y asegura que «la magia de encontrar joyas, es como la búsqueda del tesoro».

Acompañanos a descubrir los cambios de paradigma que pueden generarse dentro de la industria y desplegarse en nuestra vida cotidiana, conociendo la experiencia de Emilia.

Contanos Emi, ¿cómo surgió tu marca de ropa?

Estando de viaje en Europa, maso menos a los 21 años. Un día en la calle vi a una chica con un estilo que rajaba la tierra y me enteré que compraba su ropa en estas tiendas vintage.

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Emi quedó extasiada con el concepto de ropa vintage que aún no desembarcaba de forma definitiva en Buenos Aires y comenzó con su proyecto, de manera independiente, primero realizando ferias y luego con un showroom. Además de prematuros atisbos dentro del mundo vintage, si nos ponemos remotos en su vida, nos relata sus inocentes acercamientos desde chica a la ropa de sus abuelos.

«La Mono Shop no es una feria americana que revolvés para encontrar de todo. Está basada en un concepto en donde cada prenda cuenta con una selección personalizada de primera mano bajo un criterio. Conlleva todo un proceso posterior que le agrega valor a la prenda gracias a la curaduría de mis costureras. Esa es la diferencia si me comparas con una tienda vintage de segunda mano».

Lo interesante de Emi es que tiene una visión super delicada y genuina de la ropa, no se deja influenciar por modas impuestas o temporadas efímeras, de hecho, nos aclara que no sigue la moda de cerca, ni está vinculada con el diseño de indumentaria.

¿Buscas dar algún mensaje?

No creo en la moda sino en el estilo. Ese es el mensaje que quiero dar desde La Mono, que no sigan modas que nos llevan a poner el foco en cosas que determinan otras personas.

Las modas crean necesidades falsas en nosotros. Antes era por temporada, ahora ni siquiera. Justamente quería que mi emprendimiento fuese coherente con mi forma de ver la vida que tuviera que ver con  los ritmos de la naturaleza que acompañan a los métodos de slow fashion.

¿Qué es slow fashion Emi?

Es el concepto nuevo que busca contrarrestar los efectos que deja el fast fashion. Aportar a una mirada más lenta y sustentable. Tenemos que cambiar nuestra relación con el consumo, preguntarnos cómo consumimos, cuánto demandamos.

Podemos atestiguar cómo este concepto de equilibrio y contemplación que tiene Emilia por la ropa, puede traducirse a una búsqueda de un beneficio social y ambiental tácito. «Cada decisión individual que tomemos repercute en el de al lado, por ende, colectivamente», nos comenta la joven.

¿Cuál es tu influencia principal en La Mono?

Principalmente los 80 y los 90.  Básicamente no extraigo referencias de ninguna otra época.

¿La producción de la ropa y la industria textil, es un poco un círculo vicioso o no?

Está todo en manos del consumo: úselo y tírelo. Creado con materiales de baja calidad para que se rompa y con conceptos de moda que pasan de moda para que la prenda se deseche y se vuelva a comprar. Es un ciclo sin fin.

Todo se encamina a un encuentro que debe tener uno con uno mismo para así conciliar su esencia: «Si nos detuviéramos a reflexionar sobre lo que realmente necesitamos, hasta viviríamos más en paz, porque no nos contagiaríamos de esa necesidad falsa que nos crean. La moda pasaría a no importarnos».

¿Se puede decir que promoves la circularidad de prendas?

Exacto, busco eso e inevitablemente para que circule una prenda, esta debe ser de buena calidad, porque sino, no tiene vida útil para eso.

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¿Para vos la ropa está ligada a la identidad?

La ropa es personalidad y nuestra primera presentación hacia la vida. Habla mucho de las personas, es lo que te hace sentir seguro. Si nos dejamos condicionar por imposiciones externas y ajenas, nos alejamos de esa búsqueda interior o la escucha de nosotros mismos y pasamos a ser un envase de una persona que nos está moldeando.

¿Palabras que te definan a vos y a tu marca?

Responsabilidad y conciencia, responsabilidad en a quién le voy a contribuir y conciencia en la manera en que lo hago. Cuando se empieza con un cambio eso se traslada a todos los ámbitos de tu vida.

¿Sentís que tenés un propósito con tu negocio?

Mi propósito es demostrar que hay otra manera de vestirse y de vivir. No es vivir la moda, es vivir la vida. Así como elegís con qué vinculo relacionarte, es así con qué ropa, con qué emprendimiento, con qué nutrición. Creo que todo se acompaña.

Mi plus justamente es la curaduría. Vintage es exclusivo, duradero y de calidad con el proceso de curaduría posterior. Yo busco ahorrarle el tiempo a la gente que gastaría en reparar una prenda y generarte una linda experiencia.  Además del amor que pongo en el proceso, eso se transmite, todo pasa por mis manos.

¿Cómo conseguís la ropa?

Antes viajaba a Europa o mis amigas me la traían de allá, incluso de Chile porque tienen libre circulación comercial con Estados Unidos. No es la misma calidad que la ropa de acá y te das cuenta. También tengo varias marcas de diseñadores italianos, todo impecable y que no lo conseguís de otra forma.

¿Por qué últimamente la gente se ha volcado por este tipo de ropa?

Creo que son varios factores. Uno de ellos es la crisis económica que es importante pero no el más determinante. La consciencia es actitud, creo que hay una nueva consciencia de no generar más residuos y esto se traslada a otras áreas. Sobre todo, las nuevas generaciones, vienen con otro chip. A mí me gusta la frase “mirar con los ojos del alma”, incluso para un emprendimiento.

Nota: Cata Giachino

 

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