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Elina Fernández Fantacci, en las pasarelas del mundo

A sus 28 años, la modelo mendocina de alta costura, hace columnas en programas televisivos como “La jaula de la moda” o “El diario de Mariana” y no le escapa al rol de mediática. También quiere hacer cine.

Elegida por los más importantes diseñadores del país y nombrada en 2014, 2016 y 2017 por la Cámara Argentina de la Moda como la Modelo del Año, está iniciando una nueva etapa en la televisión.

Desde los 16 transita sobre pasarelas. Su metro 80 se desplaza como pez en el agua para los desfiles más importantes del país. Es musa de uno de los diseñadores del momento, Gabriel Lage, así como otros modistos caen rendidos a su esbelta figura.

Ya en su infancia tomaba las tranquilas veredas de Las Catitas, Santa Rosa, para desfilar delante de sus vecinos y familiares. «Amo esta carrera desde que tengo uso de la razón, desde que tenía cuatro años sueño con este presente», confirma Elina Fernández Fantacci, la modelo de alta costura que acaba de ser tapa de la revista Gente y de Look.

Siempre relacionado al mundo de la moda, el trabajo que combina Elina con su agenda nacional e internacional de desfiles, books y producciones, es la televisión. Sí. La pantalla es su nuevo objetivo desde hace un tiempo, cuando inició su rol de panelista de moda en programas como La jaula de la moda o El diario de Mariana.

«En el mundo de la moda ya alcancé lo máximo. Logré todo lo que quería. Por eso estoy focalizándome en lo mediático, no en la pelea y los escándalos, sino en la televisión, en la comunicación televisiva, siempre hablando de lo mío que es la moda», cuenta la modelo top que lleva nueve años instalada en Buenos Aires y de ahí viaja por el mundo. Vivió un tiempo en México y en Estados Unidos.

Así es que confiesa: «Uno siempre puede ser lo que quiera ser, si trabaja para eso, con responsabilidad y siendo fiel a lo que uno siente. Esta profesión no es fácil, acá juega mucho lo emocional, entonces mantenerse fuerte no es simple. Yo soy una guerrera. Pase lo que pase, sigo en busca de nuevas metas, me reinvento y me preparo y esfuerzo para cumplir mis sueños».

En este sentido, ella ve a lo audiovisual –sea la tele o el cine- como el espacio a conquistar en la actualidad, ya que «hoy la modelo no es lo que era en los años ´90; gracias a las redes sociales y a la inmediatez de la comunicación, hoy todo pasa por la pantalla; y para eso me estoy preparando», anuncia quien debutó en el cine con un pequeño papel El último Elvis, filme de Armando Bo.

Por ello en sus tiempos libres Elina toma clases de actuación y cursos en academias como el Teatro San Martín. «Estudio todo el tiempo, fonoaudiología, teatro, expresión frente a cámaras, la pintura es mi meditación, sigo estudiando inglés aunque hablo a la perfección. No paro. No me imagino bajando este ritmo», dice mientras suelta una risa cómplice ante su propia vorágine laboral que pronto la devuelve a protagonizar fashion weeks europeos.

El negocio textil también la inquieta. En España visitó una fábrica de telas, recomendada por la hija de Carolina Herrera. Y quedó fascinada. «Me encantaría tener mi propia fábrica de telas, saber de dónde sale cada textura es lo que me encanta más que saber diseñar o hacer ropa. El mundo de las telas me atrapa desde siempre. Pero lo haría en otro país, acá es imposible invertir en eso lamentablemente», afirma sobre las posibilidades empresariales que encuentra afuera más que en su propia casa.

Es por esto que, cuando tiene la oportunidad, pide a los diseñadores que la contratan para el lanzamiento de sus colecciones «que me muestren el proceso de los diseños, cómo inicia la tela en crudo y cómo termina con sus trabajos y bordados». Esta modalidad compartía con el modisto Jorge Ibáñez, su gran amigo fallecido en 2014 con quien ella saltó a la fama. «Él me enseñó ese mundo», recuerda.

Aunque no visita tan seguido como le gustaría su Mendoza natal, cada vez que viene evita los hoteles cinco estrellas para alojarse en su casa familiar de Las Catitas. «Es mi lugar en el mundo. Puedo viajar y vivir en otros lados, pero aunque pase el tiempo vuelvo a Las Catitas y la energía es única. Me encanta su gente, amo mi pueblo», expresa quien sueña con encontrar al amor de su vida y casarse de rojo, «pese a estar acostumbrada a cerrar de blanco las pasarelas», suelta y se define como «una chica tradicional» aunque de decisiones firmes (y revela que a 12 días de unirse en matrimonio con un novio de muchos años, «me di cuenta de que no lo amaba y lo dejé, no me casé»).

Así es la vida de Elina Fernández Fantacci: llena de glamour para los flashes y las cámaras; cargada de pasiones, dedicación y nuevos desafíos cuando las luces se apagan. «El trabajo es mi motor, soy feliz trabajando. No imagino la vida de otro modo», concluye. Y la imaginamos continuar a paso firme su carrera, que promete generarle más sorpresas.

 

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