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Tres días acampando en el Valle Hermoso

Si te gustan los paseos, pero también la soledad y belleza de los parajes poco usuales de Mendoza, no dejes pasar el verano sin llegar al Valle Hermoso.

Decidimos finalmente aventurarnos en el auto más allá del Valle de Las Leñas. La mayoría conocemos el centro de esquí y los paisajes que rodean su camino y al menos una vez escuchamos hablar del Valle Hermoso, ese que está del otro lado del cerro, subiendo y bajando por Portezuelo Ancho, vertiginosos (pero hermosos) caracoles de ripio y tierra.

Las dos lagunas se ven desde el mirador Mirador del Valle, detrás de un peñón impactante que «escupe» piedras. También se ven los ríos Tordillo y Cobre surcando el valle que es verdaderamente hermoso.  Estamos en alta montaña, en parajes muy solitarios a los que llegan los que adoran esa rusticidad andina y el contacto con una naturaleza que no es virgen pero que sí conserva su estado puro.

Al pie de la laguna nos sorprende un parador de la firma Valle de Las Leñas, donde se puede almorzar truchas, asado o corderos malargüinos. La idea es acampar, aunque también hay domos donde se puede pasar la noche. Mucho mejor.

Las carpas se arman sobre la laguna, tanto, que cuando corre viento las olas salpican el campamento y el dato es que pasado el mediodía, y a veces por las noches, corren vendavales. Rodrigo, un ermitaño montañés y esquiador, nos cuenta que abren durante la temporada de verano: «después el camino se tapa de nieve y nosotros solo venimos a esquiar en helicóptero o en máquinas niveladoras».

En invierno, está de más decirlo, no se pude acceder. Hay una balsa en la alguna para los que llegan a pasar el día y quieren sentarse lejos de la orilla a contemplar el paisaje. Nosotros partimos temprano en kayak a husmear cada rinconcito del agua cristalina que por la mañana es un espejo donde solo vuelan los patos silvestres que salen de los juncos.

En los campamentos cercanos los aficionados a la pesca ya tiraron su línea. Dicen que se sacan truchas arco iris y salmonadas. Otros prefieren probar suerte en la corriente del Cobre o el Tordillo. Si la pesca no es tu fuerte en el valle se puede andar en bicicleta por infinidad de senderos y caminos a lo largo y ancho, hacer trekking, cabalgatas, safaris fotográficos, kayak y windsurf. Nosotros preferimos el trekking y nos aventuramos hacia las termas del Azufre. La excursión es mejor hacerla a caballo porque hay que atravesar tres ríos, sin embargo hacerlo a pie tiene su encanto siempre que tengan calzado de repuesto.

Después de dos horas donde se atraviesa el ancho del valle encontramos los primeros pozos de aguas ferrosas y muy burbujeantes. Sin ninguna infraestructura, lo cual nos resulta mucho más tractivo, un baqueano nos advierte que cruzando el último río hay unas piletas de piedra hechas por un puestero.  Allá vamos, compartimos el baño termal con cordobeses que llegaron a caballo. Nos hundimos en el fango hasta la cintura, flotamos en aguas calientes y saladas, nos teñimos de rojo la piel. El baqueano asegura que si no nos duchamos por 24 horas las aguas termales serán muy beneficiosas.

Regresamos a la laguna y al campamento con el viento de la tarde que comienza a soplar. Por la noche tenemos la bendita suerte que la luna llena aparece sobre el cerro que cae a la laguna. Ya no sopla viento y para qué decirles lo que vemos y sentimos en esta noche calma, silenciosa, templada, en medio de la Cordillera de los Andes.

A tener en cuenta

Pasando 29 km el Valle de Las Leñas y a 95 km de Malargüe, por la RP 222, se accede a Valle Hermoso. Se puede llegar en cualquier auto en condiciones pero es preferible hacerlo en vehículos altos. Para usar el parador del Valle de Las Leñas hay que pagar, también para acampar. Se puede acampar fuera del predio, en excelentes lugares. Temporada: de noviembre a abril, dependiendo del clima.

Fotos Valeria Mendez

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