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Fede Calderón: electrónica con piel de «Lovo»

Fede Calderón decidió largar su carrera como publicista y convertirse en DJ. Así, viajó por el mundo e incorporó sonidos folclóricos a su música bajo el mote de Mono Azul. Ahora, con el seudónimo de Lovo, emprende una nueva etapa que es capaz de inspirarse tanto en los latidos del corazón como en la poesía de Borges

Fede Calderón es publicista, DJ y productor. Conocido hoy como Lovo inició su etapa musical bajo el seudónimo Mono Azul. Después de vivir y trabajar en Chile y México, se animó a dejar su trabajo formal como publicista para producir música con la impronta house. Define a la electrónica de una manera precisa y sin titubeos. Como profesor de la escuela Arjaus sabe que el ritmo tribal y matemático de la repetición, da lugar para romper las estructuras, crear y generar emociones bajo un paradigma que es universal: la sensación en el cuerpo.

«En Chile tienen una estructura muy piramidal y el mundo de la publicidad tiene muchos fanáticos. Para seguir ese camino me hubiese tenido que dedicar enteramente a ello, postergando el mundo de la música», cuenta Federico, y confiesa que tomó una decisión radical cuando decidió colgar los botines de ejecutivo publicitario. «En un momento tomé una decisión y fue dejar mi trabajo en publicidad y empecé a hacer música. Me presenté en un concurso de remixes y gané, esto me llevó a tener mucha difusión en blogs en todo el mundo y a seguir haciendo música».

–¿En qué momento dejaste los hábitos de Mono Azul?

–Mono Azul es el nombre de toda esa primera etapa en la que estaba explorando la conexión de la electrónica con las raíces más folclóricas latinoamericanas. Yo solía escuchar mucha música europea, pero cuando viví en México entendí la importancia de explorar lo propio. Los mexicanos tienen elementos autóctonos en el diseño, en el arte, en la música. Hay jóvenes muy modernos y vanguardistas que usan elementos de su cultura y su identidad, entonces ahí es como que vi una sintonía generacional, me identifiqué con grupos como Fauna, Villa Diamante, y como en todo existe  esa sincronía generacional de gente que está buscando lo mismo. Fue una etapa que me hizo despegar y me dio mucho pero ahora estoy más abocado al techno y al house y mi identidad ahora es Lovo.

–¿Qué tiene la electrónica que no podemos parar?

–La música electrónica es un lenguaje universal y eso es lo que hace que haya perdurado tanto y esté en constante evolución. Viajando y llevando música a todos lados me doy cuenta que es una música abstracta, matemática, que se basa en la sensación y no tiene  mucho sentido limitarse a algo geográfico, estoy convencido de que se trata de un lenguaje universal. Miles de personas bailando ritmos responden a una especie de ritual, es algo muy tribal, se siente en el cuerpo. Si te fijás, los golpes de la electrónica están muy ligados a los códigos orgánicos, trabaja a ritmos similares a los latidos del corazón. No es muy diferente a lo que hacían las culturas indígenas que se juntaban alrededor del fuego con un chamán y un tambor marcando un ritmo.

–¿Cómo es el proceso creativo de un productor de electrónica?

–En este momento estoy creando todo con sintetizadores y la compu. Está bueno porque podés componer sin más instrumentos que tu cabeza. Uno produce los bajos, los sintetizadores, la parte rítmica. El proceso es ilimitado, podés llegar a cualquier lado que te imaginés. Cuando estuve en Mallorca, en el Mediterráneo, tenía muchas ganas de hacer un tema que tuviera que ver con el mar. En un momento encontré en YouTube un programa de radio de los 50, donde Borges recitaba sus poemas, entre ellos El mar. Bajé ese poema recitado por Borges y usé fragmentos de su voz para componer el tema que en breve se editará.

–¿Cuál es el mejor lugar para tocar?, ¿la playa, la montaña?

–Cada lugar te pide algo diferente. Cuando estaba en Mallorca o Ibiza lo que hacía respondía a ese contexto, tocaba mucho de día, frente al mar, cada tanto me tiraba al agua, nadaba un rato y volvía a tocar. Estando en la montaña encuentro algo mucho más tribal. Si uno hace siempre lo mismo sería aburrido, lo bueno es improvisar de acuerdo al lugar y a la gente con la que te conectás.  Cuando voy a una sesión, tengo una cierta idea de lo que voy a tocar, es como si tuviese un montón de colores pero en adelante cómo los combino y con qué intensidad tendrá que ver con el momento, con la gente que está y con la lectura que se hace de la gente.

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