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Adrián Sorrentino: “Hay que tener el ego inflado para sostenerse”

Detallista, cabulero, bien ‘menduco’ y rezador. Adrián Sorrentino, nos recibió en su camarín para hablar de todo un poco: ritos antes de salir a escena, obsesiones, inspiración, amor. Confesiones sin filtro de un artista sin igual.

Como la vegetación que necesita indispensablemente del agua, Adrián Sorrentino se marchita si no actúa. Y por “actuar” entendemos no solo interpretar un papel en una obra, sino también cantar, bailar y hasta escribir y enseñar. Porque aunque él se presente como “artista” a secas, asegura que de todas sus facetas, no podría prescindir de ninguna. Las “necesita” a todas. Y los géneros de café concert y cabaret son “el agua donde mejor nada”.

Adrián nació en Mendoza hace 42 años y desde muy chiquito supo qué era lo suyo. Estudiante incansable y perfeccionista, se preparó en la provincia, en Capital Federal y en Nueva York para convertirse en quien es hoy, uno de los actores más respetados y reconocidos de Mendoza. Sí, porque cruza fronteras para presentarse en diferentes lugares, pero él es “muy menduco”, le encanta “viajar para volver”.

Fuimos a charlar con él al Café del Teatro, donde actualmente se presenta con su espectáculo “Esto es concert”. En su camarín, visitado constantemente por amigos, alumnos, admiradores y personal del lugar, recibió a INMENDOZA.com para hablar de todo un poco. Cábalas antes de salir a escena, obsesiones, inspiración, estímulos, amor…

 

Adrian Sorrentino
Antes de la función, Adrián toma un café y fuma un cigarrillo.

 

“Empecé de muy chiquito -debo haber tenido 5- en una academia de barrio, bailando tap, haciendo declamación. Me acuerdo que debuté a los 6 en el teatro Mendoza, bailando Oh! Susanna. Después, a los 13 años, entré en la preparatoria, que ahora no existe, de la Escuela de Teatro de la UNCuyo. Hacías la preparatoria junto con la secundaria. Terminabas eso y luego ingresabas a la carrera. Yo quería actuar más, así que estuve 8 años con Lita Tancredi haciendo comedia musical. Simultáneamente hice la carrera de Danza en Buenos Aires -viajaba dos veces al año-. Después durante tres años estuve yendo a Nueva York a hacer algunas especializaciones”, relata Adrián sobre su temprana vocación y su formación.

 
Si tuvieras que presentarte ante alguien que no te conoce, ¿cómo lo harías?

 
Hola, soy Adrián Sorrentino, artista.

 
Pero de todas tus facetas como artista, ¿de cuál de todas no podrías prescindir?

 
De ninguna. Las necesito a todas.

 
¿Te considerás un artista de variedades, como suelen llamarte?

 
Está bueno ser un artista de variedades, pero yo me considero más un artista de café concert o cabaret, porque llevo un espectáculo entero a cuestas, yo solo, característica que tiene más que ver con el café concert. El espectáculo de variedades vendría a ser más parecido a una revista, sos un bloquecito dentro de un todo.

 

Adrian Sorrentino
“Como verás no me maquillo, ¡me opero!”.

 
¿Qué estás haciendo actualmente?

 
Estoy ejerciendo algo que me encanta, que es la docencia, en canto, tap y comedia musical. Doy clases en distintos lugares desde hace muchos años. Y actuando todo lo que se puede. Acá en Mendoza, en algunos departamentos, en otras provincias y países donde me invitan.

 
¿A quiénes admirás o tenés como referentes?

 
A Carlos Perciavalle, Antonio Gasalla, Nini Marshall, Héctor Fernández Leal, Susana Rinaldi, Nacha Guevara, en lo local. De los internacionales: Liza Minnelli, Judy Garland, Shirley MacLaine, Bette Midler.

 
Y en Mendoza, ¿hay algún artista que te guste lo que está haciendo?

 
Me divierte mucho Jessica Torrijos, Iñaki Rojas, y obviamente el Flaco Suárez, que para mí es un maestro.

 
¿Qué opinás de los artistas que hacen imitaciones, como Martín Bossi?

 
Los respeto profundamente porque me parece que imitar es algo muy difícil. Ponerse en la piel de personajes famosos con tanta velocidad, con tanta energía, a veces hasta sin maquillaje. A Bossi lo aplaudo de pie.

 

Adrian Sorrentino
En su camarín lo visitan constantemente amigos, alumnos y admiradores.

 
Si no fueras actor, ¿qué serías?

 
Cocinero. Amo cocinar. Para mí, para los amigos… También suelo salir a comer, voy mucho a restaurantes, me encanta.

 
¿Cuál es tu especialidad?

 
Pastas al limón. Se usa manteca, ralladura de limón, dos limones exprimidos, crema de leche. Todo eso se tiene que cocer muy lentamente y aparte hervís una pasta corta. Y listo. Mucho queso parmesano… ¡riquísimo y súper fácil de hacer!

 
¿Quién es mejor público? ¿Los chicos o los adultos?

 
Los niños te hacen crecer. Porque público más brutalmente honesto que los niños, no hay.

 
De todas maneras yo soy un enamorado del público, no es de zalamero con la gente, pero honestamente si uno no tuviera al público, no podría jamás desarrollarse como artistas. Tiene que haber un espectador para poder hacer esto que es actuar en vivo.

 

Adrian Sorrentino
Si no fuera actor, Adrián hubiese sido cocinero. ¿Su especialidad? Las pastas al limón.

 
A vos te gusta ese feedback…

 
¡Me encanta! No hay nada que me guste más. No puedo suspender jamás una función. Me acuerdo cuando se murió mi viejo, hace dos años y medio, lo enterré y a la noche me vine a actuar.

 
Show must go on…

 
Totalmente. Me vine a actuar directo, sin escalas. Hacer humor con esa carga emotiva… parecía que me hubiera tragado una caja de tachuelas, tenía un hilo de voz. Al final del show, mi compañera de escenario -en ese momento éramos un dúo-, cometió el error de decirlo. Yo no quería que lo dijera, es algo muy privado, me parecía innecesario, el público viene a divertirse y no a cargar con la angustia del artista. Sería convertirlos en vaciadero de tus desgracias.

 
¿Alguna otra anécdota que recuerdes con respecto al público?

 
Hay una que fue fatal. Di clases en la mañana y tuve cuatro shows ese día, el último a las 2.30 de la mañana en La Chimère. Tenía una remera negra y un saco de lentejuelas y debajo de todo eso un corset (sí, yo uso corset para actuar, un poco por la panza y otro poco por una cuestión postural). Estaba tan agotado que salí al escenario con la remera levantada, se me veían todos los ganchos del corset color piel, ¡como si se me viera el corpiño! Yo actuando y haciéndome el más glamoroso, el más divino, y la gente que me hacía señas de que me bajara la remera. ‘Discúlpenme, esta es la cuarta función del día, sabrán comprender… y sí, ¡uso faja!’, les dije.

 

Adrian Sorrentino
“El artista tiene que estar sostenido por la persona. No concibo mi vida sin un mundo espiritual”.

 

¿Tenés alguna cábala antes de salir a escena?

 
Soy mariano -partidario de la Virgen María-. No voy a la iglesia pero sí soy muy creyente y muy cabulero. Pinto tres rayas de tiza en la suela de los zapatos, lo leí en la obra teatral “¡Jetattore!”. Y no me gusta que se silbe en el camarín, a quien lo haga lo saco re cagando. Esa cábala la heredé de una película que se llama “El novio”. Pero sobre todo, lo que hago es orar, siempre.

 
¿Qué obra famosa te gustaría protagonizar?

 
Me encantaría hacer una obra de Rudy Chernicof que se llama El señor del baño, género café concert, es un monólogo. En musical me gustaría hacer la versión masculina de Song and Dance, de Andrew Lloyd Webber.

 
¿Qué leés, qué películas ves y qué obras de teatro vas a ver?

 
Leo todo lo que puedo. Me gustan mucho los cuentos, ahora estoy con un libro de cuentos de autores latinoamericanos y también con otro de autoras (Ana María Bovo, Alfonsina Storni, etc.) que escriben en distintas épocas sobre prendas de vestir o accesorios. Cayó en mis manos por casualidad y me encantó.

 
En cuanto al cine, me he vuelto adicto a Netflix. Esta tarde vi un documental sobre la película protagonizada por Al Pacino, “A la caza” o «Cruising» (1980).

 
En teatro todo lo que puedo ir a ver, lo veo. Mañana voy a ir a ver a los chicos de Lutherieces porque me han invitado a participar del ciclo que hacen junto con algún artista.

 

Adrian Sorrentino
Su asistente, la Negra, le toma los guiones a un Adrián siempre estudioso y detallista.

 
¿Has vuelto a Broadway, después de que estudiaste allí?

 
No. Tengo ganas de organizar un viaje, lo que pasa es que no me gusta viajar solo, me parece aburrido. Me encantaría ir a Broadway con una amiga que quiere conocer. Si voy, veré espectáculos todos los días. Kinky Boots y Matilda me gustaría ver.

 
En distintas ocasiones te han preguntado si te hubieras quedado a vivir en otro lado. Una vez dijiste que casi te quedás, pero no por el teatro, sino porque te habías enamorado. La relación no prosperó y lo consideraste un alivio porque amás trabajar en Mendoza. ¿Eso significa que priorizás la vida artística por sobre la personal, la humana?

 
Sí, es así. Me hice muy amigo de este chico en Buenos Aires. Justo coincidió la posibilidad de actuar en un musical. Pero la relación no duró, éramos muy jóvenes. Es verdad que estaba dispuesto a volver a Mendoza, juntar mis petates e ir a intentar suerte a la Capital. Pero realmente soy muy “menduco”, me encanta viajar para volver.

 
¿Cuál fue el último viaje que hiciste al exterior?

 
Hace tres o cuatro años fui a Washington a actuar invitado por el Banco Interamericano de Desarrollo, fueron 18 noches maravillosas, una hermosa experiencia. Presentamos una obra que escribimos con Jessica Torrijos y Andrea Simón. La hicimos en español, con subtitulado que se mostraba en las pantallas de los costados.

 
Pero tengo un gran deseo de conocer Portugal. Más allá de que no me gusta viajar solo, económicamente tampoco esta fácil. Así que si a esta nota la lee alguien del consulado de Portugal y quieren que un artista local vaya a cantar tangos y a hacer un ida y vuelta con los portugueses… ¡sería feliz!

 

Adrian Sorrentino
Imparable, Adrián tiene actualmente diez espectáculos funcionando.

 
Hablando de viajes… ¿fumaste alguna vez marihuana?

 
Sí, cuando tenía 26, en la casa de un amigo rockero del cual no voy a dar el nombre. Yo tenía que cocinar una paella y me pasaron algo para fumar. Me desmayé automáticamente, se me bajó la presión, me acostaron y lo único que recuerdo es que veía una flor de lis roja en mi viaje. Cuando bajé habían pasado como cuatro horas, ya habían cenado, estaban jugando al truco, guitarreando… y yo saliendo del viaje. ¡Una sola pitada! Nunca más lo intenté. La única droga que consumo de vez en cuando es un cuartito de clonazepam.

 
¿Con qué soñás para tu vida artística/profesional? ¿Y personal?

 
No me preguntan mucho por mi vida personal, ¡pero me encanta que me pregunten! No me jode, digo la verdad y no tengo filtro.

 
Primero espero seguir viviendo. Y vivir por muchísimos años más de mi profesión, crecer como artista y que de la mano vaya el crecimiento como persona. Me parece que el artista tiene que estar sostenido por la persona. No concibo mi vida sin un mundo espiritual.

 

Adrian Sorrentino
Canta, baila, escribe y enseña. Y asegura que de todas sus facetas, no podría prescindir de ninguna.

 
¿Qué les dirías a los mendocinos que afirman que no hay mucho para hacer en materia cultural?

 
Que están muy equivocados. Mendoza tiene una oferta cultural impresionante, basta con ir un día al Le Parc, a la Nave Cultural, ver la cantidad de actividades que hay en el MMAMM, en el Eca, en el Quintanilla y en otros teatros independientes. Solo hay que tomarse el tiempo de leer las agendas de espectáculos, apagar el televisor un ratito y bucear un poco la movida cultural que hay a todo nivel. En Mendoza hay para hacer todos los días lo que quieras. ¡Y hay muchas cosas gratis!

 
Hablemos del ego. ¿Cuánto hay de cierto en que los artistas lo tienen muy inflado?

 
Mirá: al ego lo tenemos que tener inflado todas las personas, para sostenernos. Ahora, no me gusta la gente ombliguista; el que habla de sí mismo en una cena, me revienta.

 
En el camarín de Adrián pasó y pasa de todo. Mientras su asistente, la Negra, le toma los guiones -“me encanta estudiar”, dice, aplicado-, contesta los mensajes de whatsapp del actor y colabora con la producción fotográfica para INMENDOZA.com, se descorcha un vino que compartimos todos menos el anfitrión. No es que no le guste, aclara. Prefiere no tomar alcohol antes de salir a escena, porque de lo contrario, “la función duraría cuatro horas, ¡me pongo algo verborrágico!”, asegura. Sí toma un café, fuma un cigarrillo y hace gárgaras de bicarbonato. Todo mientras se maquilla, da una entrevista en vivo para una radio y dibuja las tres rayas con tiza en la suela de los zapatos.

 

Adrian Sorrentino
“No es de zalamero, pero yo soy un enamorado del público”, dice el rey del café concert en Mendoza.

 

Y entre pregunta y pregunta, cuenta como si nada, que en ese mismo ambiente en donde estamos, su camarín, funcionó en otro tiempo un consultorio psiquiátrico. “Tuvimos que hacerle unas limpiezas al lugar que ni te cuento… Una de las que vino fue Azucena Agüero Blanch. En una de las sesiones explotaron unas botellas en la heladera”. Y justo en el momento “actividad paranormal” tenemos que liberarlo porque son casi las 22.30 y este increíble Hulk de la actuación -que tiene diez espectáculos funcionando actualmente- tiene que bajar las escaleras y comenzar su show.

 

 

 

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